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PROHIBIDO PARA MENORES Y OTRAS OBRAS

JUAN  COLETTI





TEATRO INFANTIL PARA ACTORES Y TÍTERES.

*

LA NIÑA QUE NO QUERÍA SER BRUJA
Obra en un acto y 32 escenas

PERSONAJES

                          ANA LUZ, la niña que no quería ser bruja
BOMBO, el Brujito Loco
BRUJITO I (escena 2, 3 y 8)
CABALANGO, padre de Ana Luz
CALEUFÚ, brujo del sur patagónico
CANDONGA, el Espíritu Errante
CARAGUATÁ, bruja del río Paraná
CARRILOBO, brujo cordobés
CATANGA, la Bruja Solitaria
CATINGA, madre de Ana Luz
CONGO, compinche de Bombo
COPINA, madre de Bombo
CULULÚ, bruja del río Paraná
CHIMBALANGA, asistente de Sandunga
HUCHULA, bruja santiagueña
HUIÑAJ, bruja santiagueña
MÚSICO I
MÚSICO II
MÚSICO III
QUILINO, padre de Bombo
SANDUNGA, la Bruja Suprema
TANINGA, la Niña Encantada
TANTI, pastora de cabras
TULUMBA, la bruja partera

*


Escena 1. CASAMIENTO DE CATINGA Y CABALANGO

Cueva de Catinga y Cabalango. El escenario completamente a oscuras. Apenas se perfila en lo alto una luna menguante y un destello de luz sobre las sierras. Mientras el público se va acomodando en la sala, se escuchan voces y sonidos que provienen de la noche: gritos espeluznantes, onomatopeya de animales salvajes, susurros, breves diálogos en “puncum” (el dialecto secreto de los brujos). Formas silenciosas que remedan árboles, animales, rocas se van transformando progresivamente sobre el escenario. Otras, van llegando  sigilosas y se agregan al grupo. Gradualmente va gestándose un clima de fiesta que estalla en estruendoso griterío. SANDUNGA, ubicándose en el sitial de privilegio impone, con gestos y ademanes, un orden repentino. Todos se ubican para presenciar la ceremonia.

SANDUNGA: Catinga em Cabalango, ¿manga tengue pinti? Catinga y Cabalango, ¿se aceptan ustedes por esposos?
CATINGA: Melem kili tungu amamba Sandunga.
CABALANGO: Buscamos, Bruja Sandunga, estar unidos para toda la vida.
          Los novios se miran tontamente, parecen felices. Intercambian guiñadas y bruscos empujones que los demás festejan ruidosamente. Se oyen carcajadas, gritos destemplados y desplazamientos de júbilo.
SANDUNGA: Desciende del sitial con un cuerno en la mano. Dirigiéndose a los novios: Tibi logo curcum Cabalango em Catinga. Bamba leben. Les deseo larga vida, Cabalango y Catinga. Sean buenos brujos. Pausa. Y ahora los novios y luego los demás, pedazos de bestias, beberán apenas unas gotas de curcumcolo, el elixir cuya mágica receta solo yo, la Bruja Suprema, puedo preparar sin riesgo de volverme loca.
          Bebe Sandunga en primer lugar, luego los novios y cada uno de los invitados mientras algunos brujos depositan fuentes y vasijas sobre el piso.
COPINA: Humildemente, con temor. ¡Oh, poderosa Sandunga!, te suplicamos que compartas con nosotros los manjares que hemos preparado.
SANDUNGA: Está bien, Copina, pero antes que vengan los músicos y que toquen en homenaje a los novios el Vals de la Maldad.
          Los músicos se ubican a un costado y comienzan a ejecutar en extraños instrumentos.
COPINA: Hemos preparado, Bruja Sandunga, algunas de tus comidas predilectas.
SANDUNGA: ¿Sí? ¡Menciónalas!
COPINA: Quirquincho  asado, alas de murciélago en escabeche, huevos de víbora.
SANDUNGA: ¿Acaso olvidaron las bebidas, pedazos de estúpidos?
QUILINO: Obsequioso. ¿Oh, no, cómo podríamos olvidarnos! De eso me he ocupado yo, personalmente. Veamos. Aquí tenemos refrescos de tuna, leche de higuera y jugo amargo de carqueja.
CABALANGO: Tampoco hemos olvidado de preparar un poco de aguardiente de piquillín, ¿verdad, compadre Quilino? Esto sí que es bueno. Ríe estúpidamente.
SANDUNGA: Golpeando sus manos. A la mesa, pero en orden, para que todos puedan comer.
          Los brujos al principio se muestran temerosos pero de golpe, al unísono, arrebatan comidas y bebidas, comen y beben en forma grotesca, con la boca abierta, resoplando, gritando y riéndose. Algunos bailan y otros forman pequeños grupos conversando animadamente.

Escena 2. LA MALDICIÓN DE CATANGA
          Mientras los músicos continúan tocando el Vals de la Maldad, repentinamente se escucha un grito prolongado que paraliza de terror a los asistentes. Entra Catanga, la Bruja Solitaria.
CATANGA: Brujos malditos, ¿por qué no me invitaron?
CATINGA: No mereces estar aquí, porque eres una bruja huraña, sin familia ni amigos. Vete, fuera de aquí.
CABALANGO: Es verdad. No te queremos y jamás asistirás a nuestras fiestas.
          Sandunga se mantiene en silencio, observando la discusión.
CATINGA: No podemos confiar en ti, Catanga. No, no podemos hacerlo.
QUILINO: Hay quienes afirman que hablas con los humanos que viven  en la luz.
COPINAS: Y los ayudas.
CATINGA: Tienes misericordia en tu corazón y eso está mal para una bruja.
CABALANGO: Eres orgullosa y sabes demasiado.
QUILINO: Y eso, tu conocimiento, es muy peligroso para nuestro pueblo.
CATINGA: Te odiamos y deseamos tu muerte. Vete, vete.
CATANGA: Pasa de la sonrisa despectiva al gesto violento.  Escucha lo que he venido a decirte, horrible bruja Catinga, y tú también asqueroso Cabalango. Pausa. Catanga avanza amenazadoramente  hacia el grupo. Algunos retroceden intimidados. Yo, Catanga, el espíritu viviente más antiguo de estas montañas, condeno a Catinga y Cabalango a vivir completamente solos por un largo tiempo. Recién, después de siete años, tendrán una hija, una hija muy especial.
CATINGA: ¡Oh!, ¿qué estás diciendo?
CATANGA: Tu hija no tendrá una nariz larga y huesuda como tú, Catinga, ni tus ojos saltones, Cabalango. No tendrá tu piel rugosa y gris, apestosa novia, y tampoco esos dientes rotos y torcidos de ese cerdo que has tomado por esposo. Catinga solloza.  La niña que vendrá a vivir a estas Sierras Grandes será tan hermosa que a su lado ustedes parecerán una pareja de monstruos ridículos.
CATINGA: ¡Basta! Díganle que no hable más. Por favor, oblíguenla a callar.
SANDUNGA: Se abre paso  entre los brujos atemorizados en actitud majestuosa. ¿Cómo sabes, Catanga, lo que estás diciendo? ¿Cómo te atreves a predecir con tanta seguridad y nada menos que en mi presencia?
CATANGA: Todo cuanto acabo de decir sucederá y nadie podrá cambiarlo. He mirado el futuro de estos esposos en el Espejo de Oro de Taninga, la Niña Encantada. ¿Quién de ustedes se atrevería a hacerlo?
SANDUNGA: Eres mi gran enemiga, Catanga, y te advierto que no permitiré que sofoques a mi gente. Alguna vez cometerás un error y entonces no tendré piedad de ti. Te destrozaré el corazón con estas manos, ¿has entendido?
CATANGA: No me digas, bruja de este pueblo de ignorantes, lo que sé de antemano. Vendrán días terribles para todos ustedes y lamentarán haberme despreciado. Todos ustedes son, escuchen bien, unos pobres diablos.
CABALANGO: Por favor, vete de mi casa. Aparta tus ojos de nosotros, bruja de la soledad.
CATANGA: Está bien, cara de sapo escuerzo, ya me voy, no sin antes decir unas últimas palabras a tu joven esposa.
CATINGA: ¿Qué?
CATANGA: Egoísta Catinga, voy a decirte algo que te hará doler el corazón por mucho tiempo.
CATINGA: Fuera, fuera de aquí, maldita.
CATANGA: La pequeña, la hija que tendrás dentro de siete años, no solamente será hermosa: jamás podrán transformarla en una bruja de las tinieblas porque nacerá y vivirá eternamente enamorada de la luz.
          Catinga da un alarido y cae desmayada en brazos de Cabalango. Catanga comienza a retroceder por donde vino, se cubre con un chal y sale profiriendo el mismo grito espantoso que cuando  ingresó.
SANDUNGA: Olviden lo que dijo esa vieja loca. Nosotros somos mil veces más poderosos que ella y pronto la cazaremos como a una rata.
          Sandunga se dirige a recoger sus pertenencias. Los brujos se disponen a partir solos o en grupos familiares.
SANDUDNGA: A Catinga.  Recuerda Catinga: los que nacen en nuestra  comunidad tarde o temprano se convierten en brujos orgullosos y temibles. Siempre fue así, desde el comienzo de la noche tenebrosa  y nadie podrá jamás cambiar nuestro destino. Nadie, ¿has entendido? Nadie. Lobú anda trenke. Adiós, hijos míos.
CABALANGO: Lobú, Sandunga.
CATINGA: Adiós, Bruja Suprema.
          Detrás de Sandunga salen los invitados, en distintas direcciones. Catinga y Cabalango permanecen abrazados, en silencio.

Escena 3. NACE ANA LUZ.
          Pausa prolongada. El mismo clima de sonidos y susurros de la primera escena. Catinga y Cabalango en su cueva. Tulumba, la bruja comadrona está haciendo los preparativos para el parto. Catinga luce su embarazo. Hay una cuna al costado de la cueva.
CATINGA: Oh, Cabalango, me siento tan nerviosa. Después de tantos años parece que al fin seremos padres.
CABALANGO: Tiene un vaso de aguardiente del cual bebe copiosamente.  Se acabará nuestra soledad, Catinga. A partir de esta noche olvidaremos  para siempre la maldición de Catanga. ¡Eh!,  ¿qué dices tú, amiga Tulumba?
TULUMBA: Yo tan solo soy la humilde bruja partera de estas Sierras y tengo mucho trabajo que hacer, así que no me molestes.
CABALANGO: Está medio borracho. Está bien, está bien. Y tú, Catinga, ¿cómo será el hijo que vas a tener?
CATINGA: Riendo a carcajadas. Espero que sea una niña horrible como yo y tan canalla como su padre. ¿Qué te parece?
CABALANGO: Ojalá sea un niño feo como yo para que la gente diga cuando nos vea: miren, ahí va Cabalango con su asqueroso y sucio hijito a quien le enseña las peores cosas.
TULUMBA: Basta, Cabalango, atiende a los invitados que empiezan a llegar. Vamos, Catinga.
          Tulumba conduce lentamente a Catinga al interior de la cueva. Comienzan a llegar los brujos. Cabalango saluda a unos, abraza a otros y con la ayuda de Quilino ofrece comidas y bebidas. Conversan en pequeños grupos, cuchichean, por momentos ríen a gritos, se empujan e intercambian gestos provocativos. Tulumba sale de la cueva. Invoca a los dioses de la noche en dialecto puncum.
TULUMBA: Pamba tanca, aminga sanga. Urunda buturú.
          La bruja partera regresa junto a Catinga. Se produce un largo silencio mientras los invitados se miran entre sí tratando de adivinar  lo que está ocurriendo. Los sorprende el llanto de un recién nacido.
TULUMBA: Solemne. Comunidad de brujas, hechiceros, hadas malignas y adivinos, magos y encantadores de nuestras sierras: ustedes acaban de escuchar el llanto de un recién nacido. ¿Es así?
CORO DE BRUJOS: Sí, sí. Continúa.
TULUMBA: Catinga acaba de tener una hija. Ambas se encuentran bien.
          Murmullos, voces de sorpresa y admiración. Quilino abraza efusivamente a Cabalango.
COPINA: ¡Una niña, una niña! ¡Ha nacido una bruja!
          Cabalango y Quilino brindan repetidas veces, riendo estúpidamente.
QUILINO: ¡Eh, Tulumba! ¿Qué esperas?
COPINA: Sí, hermana comadrona, muéstranos a esa horrible criatura de las tinieblas que acaba de nacer.
TULUMBA: Hace una señal imperativa y todos guardan silencio. Lamento decirles que están equivocados. Acaba de llegar a estas  Sierras Grandes una niña hermosa, dulce y perfecta como jamás he visto en mi vida.
CABALANGO: Con furia. ¡Maldición!
TULUMBA: Su cuerpo es suave y aromático como la piel del durazno silvestre, sus ojitos son verdes cual hojas de cedrón, sus delgados cabellos parecen un trigal a la luz de las estrellas.
CABALANGO: Temblando de ira. ¡Cuánto te odio, Catanga, cuánto te odio!
TULUMBA: He consultado el Pirka Taragoto, el  Libro de los Signos, y no tengo dudas acerca del nombre de la recién nacida. Pausa. Se llamará Ana Luz, un nombre extraño cuyo significado aún desconocemos. Solo les pido comprensión para estos pobres padres.
          Los invitados reaccionan airadamente, reprobando con insultos y gritos a Catinga y Cabalango. Se van retirando mientras pronuncian  palabras de desprecio.
HUCHULA: Son ustedes unos pésimos brujos, indignos de nuestra comunidad. Jamás volveremos a visitarlos. Vamos, Huiñaj.
HUIÑAJ: Sí, Huchula, vamos de aquí. Me siento avergonzada de ser amiga de estos miserables.
QUILINO: Pone una mano sobre el hombro de Cabalango en señal de consuelo. Pero, Cabalango, ¿qué demonios ha hecho usted para merecer este castigo?
CABALANGO. Abatido. No sé, compadre, no sé.
HUCHULA: ¡Qué descarados!
CARRILOBO: Ojalá enseñen a esa niña a ser una buena bruja porque de lo contrario los echaremos a patadas de  estas montañas.
HUIÑAJ: ¡Qué tiempos vivimos! Antes, ¿se acuerda usted, mago Carrilobo? La gente era más perversa, dañina e inmoral.
CARRILOBO: Es verdad,  hermana bruja. ¿Qué futuro espera a nuestros hijos?
HUCHULA: Vamos, regresemos de inmediato, no sea que la luz del sol nos sorprenda por el camino.
          Los brujos parten haciendo gestos de desprecio y burla. La última en salir es Tulumba, quien lo hace silenciosamente. Cabalango entra a la cueva. Pausa. Sale con la recién nacida envuelta en una mantilla. Se arrodilla, abraza a la pequeña y llora con evidente pena.

Escena 4. CULULÚ Y CARAGUATÁ.
          Entre esta escena y la anterior se produce otra pausa prolongada. Han pasado varios años. Cululú y Caraguatá, brujas viejas y  desagradables. Una es renga, la otra jorobada. Avanzan distraídamente, en sentido contrario  hacia el centro del escenario. Al  enfrentarse no se reconocen.
CULULÚ: Hace gestos y exclamaciones de espanto.  ¡Ah!, ¿qué es eso?
CARAGUATÁ: ¡Válgame el diablo! ¿Quién eres?
          Se observan con mutua desconfianza, procurando recordar. Al reconocerse pegan fuertes gritos de alegría.
CULULÚ: ¡Caraguatá! ¿Eres tú?
CARAGUATÁ: ¡Cululú! Quién lo diría. ¿Cómo es posible que no te haya reconocido?
CULULÚ: ¡Qué susto me has dado! Breve pausa. Han pasado años sin vernos, pero déjame decirte que estás horrible y fea como siempre. ¡Te ves perfecta!
CARAGUATÁ: Gracias, Cululú, ¿quién me hubiera dicho que esta noche encontraría a alguien por aquí.
CULULÚ: Te equivocas. No somos las únicas que rondamos por el Cañadón  de las Ánimas. ¿Adivinas a quién encontré hace un momento?
CARAGUATÁ: ¿A Melincué, la bruja araña?
CULULÚ: No, Caraguatá. Alguien más importante. He conversado nada menos que con Chimbalanga.
CARAGUATÁ: ¡Esa lechuza!
CULULÚ: Sí, con la mismísima Chimbalanga, el brazo derecho de Sandunga.
CARAGUATÁ: Inquisidora. ¿Puedo preguntar lo que te dijo esa arpía. Cululú se distrae, pretende cambiar de tema, intentando guardar un secreto. ¿Acaso no tienes confianza en mí?
CULULÚ: Perdóname, Caraguatá. Lo único que puedo decirte es que Chimbalanga recorre esta región por orden de Sandunga. ¿Comprendes?
CARAGUATÁ: ¡Ahá! Señala a lo lejos.  ¿Es por ellos?
CULULÚ: Sí, por ellos, por la familia Cabalango.
CARAGUATÁ: ¡Que el asqueroso y malvado demonio se apiade de ellos!
CULULÚ: ¿Sabes, querida amiga, cuántos años han pasado desde el nacimiento de su hija?
CARAGUATÁ: Si no me lo dices…
CULULÚ: Dentro de tres lunas cumplirá catorce años.
CARAGUATÁ: ¡Catorce años! ¡Cómo ha pasado el tiempo, Cululú! Jamás olvidaré aquella ceremonia. ¡Qué horror!
CULULÚ: Aunque cuesta admitirlo, la maldición de Catanga se ha cumplido y la hija de Catinga… ¿cómo se llama?
CARAGUATÁ: Ana Luz.
CULULÚ: Ana Luz. No sólo es diferente a nosotros, es inteligente  y astuta y eso, dice Chimbalanga, produce envidia y celos en Sandunga. Breve pausa. ¡Ay, Caraguatá, me parece que algo espantoso está por suceder!
CARAGUATÁ: Tengo el mismo presentimiento. Ríe histéricamente.
          Ambas brujas son sorprendidas por los acordes de la Polca de los Duendes que suenan en la lejanía.
CARAGUATÁ: ¿Escuchas, Cululú?
CULULÚ: Sí, no soy sorda. Esa música proviene de la cueva de los Cabalango. Seguro que el estúpido de Quilino y su mujer han ido a visitarlos.
CARAGUATÁ: ¡Qué ridículos!
CULULÚ: No nos preocupemos. Chimbalanga los estaré espiando toda la noche. Dice que Sandunga sospecha que algo raro está sucediendo. Algo malo, muy malo.
          Aumenta la intensidad de la música a la que se agregan voces  y ruidos provenientes de la cueva de Catinga y Cabalango.
CARAGUATÁ: Sigo mi camino, Cululú. Pronto volveremos a vernos.
CULULÚ: En actitud falsa. Hasta pronto, amiga mía, ha sido un placer conversar contigo. Adiós.
          Ambas prosiguen su marcha por donde venían al comienzo de la escena. Antes de salir, Caraguatá se da vuelta y con gestos de menosprecio le saca la lengua a Cululú.

Escena 5. LOS BRUJOS SE VISITAN.
          Cueva de Catinga y Cabalango. Continúa escuchándose la misma música de la escena anterior. Sentados a la mesa, Cabalango y Quilino beben mientras Catinga y Copina sirven la comida. En un costado, Bombo, completamente aburrido, se entretiene cortando un palito con su cuchillo.
CABALANGO:Procurando parecer autoritario.
Catinga…Catinga…tengo hambre. ¿A qué hora vamos a comer?
QUILINO: Ríe brutalmente. Así me gusta, hay que tratarlas con dureza para que sean buenas esposas.
CATINGA: ¿No puedes aguardar un poco, grandísimo cerdo? Solo tengo dos manos.
COPINA: A Catinga. No les hagas caso, ya están medio borrachos.
CABALANGO: ¡Qué bueno es comer y beber, compadre Quilino!
QUILINO: Es verdad, don Cabalango. No hay nada mejor en la vida que comer y dormir.
          Catinga y Copina traen unos platos y también se sientan a la mesa. Comen haciendo ruido con la boca y resoplando en medio de bromas y carcajadas.
CABALANGO: Lo que me parece grandioso es no trabajar.
QUILINO: ¿Trabajar? ¿Qué es eso?
CABALANGO: Robar también es divertido. ¿No le parece?
QUILINO: Acentuado maliciosamente algunas palabras. Especialmente si se trata de robarle a los puesteros que viven en el Valle del Silencio.
COPINA: Yo prefiero hablar mal de mis amigas, poner a unas en contra de las otras, sembrar odio y calumniar hasta que se me cansa la lengua. ¿Qué me dicen?
CATINGA: En cuanto a mí, nada me causa mayor satisfacción que transformarme en víbora y asustar a los niños del Valle. ¡Pobres estúpidos! ¡Cómo corren apenas me ven!
COPINA: ¡Qué felicidad, amiga mía!
CABALANGO: Esto sí que es buena vida.
          Continúan comiendo y haciendo chanzas. Imprevistamente, Cabalango se da vuelta y observa a Bombo que esta apartado, con cara de enojo.
CABALANGO: Bombo, ¿qué estás haciendo ahí? Ven a comer. ¿Dónde se ha metido Ana Luz?         
BOMBO: Como siempre, don Cabalango, cada vez que venimos a visitarlos, ella se encierra y no quiere jugar conmigo.
CATINGA: Que estaba distraída. ¿Qué pasa, Cabalango?
CABALANGO: ¡Que podría suceder! Que nuestra hija no quiere hacerle compañía a Bombo. ¡Esa mal educada!
CATINGA: A los gritos. Ana Luz…Ana Luz…Pausa. Ana Luz no responde.
CABALANGO: Ana Luz… ¿Me estás escuchando o prefieres que vaya a buscarte?
CATINGA: No vayas a pegarle.
CABALANGO: Ana Luz…no volveré a llamarte.
          Todos quedan en silencio, esperando. Pausa. Ingresa Ana Luz arreglándose el cabello. Se muestra temerosa hacia su padre.
ANA LUZ: Aquí estoy, aquí estoy. ¿Qué sucede, mamá?
CATINGA: Tu padre quiere que vayas a jugar un rato con Bombo.
ANA LUZ: Pero yo estoy entretenida con mis cosas. No tengo ganas de jugar con nadie y menos con Bombo.
CABALANGO: Amenazante. No me hagas quedar mal delante de las visitas o te las verás conmigo. ¿Qué prefieres?
ANA LUZ: Con desgano. Está bien, papá, no te enojes.

Escena 6. EL BRUJITO LOCO.
          Bombo se aproxima a Ana Luz. Ella, instintivamente, retrocede unos pasos y finalmente se decide a acompañar al Brujito Loco.
BOMBO: ¡Hola!
ANA LUZ: Con indiferencia. Hola.
BOMBO: Hace mucho tiempo que quiero hablar contigo.
ANA LUZ: ¡No me digas! Yo solo deseo que desaparezcas.
BOMBO: Vamos a dar una vuelta. Tengo algo importante que decirte.
ANA LUZ: Intrigada. ¡Algo importante! ¿Y que harás si me niego?
BOMBO: Entonces le revelare a Sandunga y a tus padres, un secreto tuyo.
ANA LUZ: Indignada. ¿Qué sabes de mí, pedazo de puerco?
BOMBO: Soy la única persona que conoce lo que haces y te lo demostraré.
ANA LUZ: No te creo.
BOMBO: ¿Así que no me crees, Ana Luz? No me crees, ¿verdad?
ANA LUZ: No.
BOMBO: Tú, Ana Luz, cometes una grave falta que Sandunga castiga  severamente.
ANA LUZ: ¿Qué estás diciendo?
BOMBO: He logrado saber que sales de tu cueva durante el día y eso está completamente prohibido.
ANA LUZ: Estás inventando una mentira. ¿Cómo lo sabes?
BOMBO: Porque adivino el pensamiento, niña estúpida.
ANA LUZ: No me hagas reír, pedazo de zapallo.
BOMBO: ¿Quieres que te diga qué hiciste ayer?
ANA LUZ: Desafiante. Sí, prueba lo que estás diciendo.
BOMBO: Saliste de tu cueva muy temprano, descendiste por la ladera del Cerro de las Brujas y luego te quedaste contemplando un rebaño de cabras que pastaba en el Valle del Silencio.
ANA LUZ: Turbada, sorprendida. Es verdad, pero no se lo digas a nadie. Te lo prohíbo.
BOMBO: De acuerdo, pero te pondré condiciones.
ANA LUZ: ¿Qué clase de condiciones?
BOMBO: Te enseñaré a matar pájaros durante la noche. ¡Es divertido!
ANA LUZ: Jamás mataré un pájaro, grandísimo bruto.
BOMBO: ¡Ah! ¿No? Entonces ahora mismo le contaré a nuestras familias lo que sé de ti. Hace ademán de dirigirse a la mesa.
ANA LUZ: Espera, aguarda un momento. Voy a pensarlo.
BOMBO: Está bien, te doy dos lunas para decidirte, de lo contrario le contaré a Sandunga lo que acabo de contarte y otras cosas que también sé.
ANA LUZ: ¿Por qué no me dejas en paz?
BOMBO: Estás cometiendo muchas faltas, Ana Luz. ¿Crees que ignoro que te aproximas a la niña pastora que cuida cabras en el Valle? ¿Acaso quieres tener una amiga humana?
ANA LUZ: Quiero conocer un poco más allá de mis narices, idiota.
BOMBO: Encolerizado, amenazante. Recuerda bien, Ana Luz. Si hablo te encerrarán y jamás volverás a ver la luz del sol. Parece que nadie te habló todavía de los crueles escarmientos de nuestra Bruja Suprema.
ANA LUZ: No te prometo nada porque aunque lo hiciera lo mismo me traicionarías.
BOMBO: Burlón. Tienes tiempo suficiente para pensar en mi propuesta. Piénsalo bien.
          Ana Luz regresa con Catinga y se sienta junto a ella, pensativa.
BOMBO: Muy bien. Ana Luz es una magnífica chica.  Creo que a partir de hoy seremos buenos amigos.
COPINA: Vamos, Quilino. Ven, hijo, tenemos que regresar antes que salga el sol.
CATINGA: Gudaluga pamba chigasta.
CABALANGO: Es verdad, apresúrense. La luz del día transforma y destruye.
          Copina, Quilino y Bombo salen presurosos. Catinga y Ana Luz entran a la cueva mientras Cabalango toma su última copa de licor.

Escena 7. TANTI
          El  Arroyo de las Murmuraciones. Algunos árboles. El Valle del Silencio. Canto de pájaros. Balidos de cabras. Ladridos de un perro. Ana                                                                                                            Luz sentada, contemplando el paisaje.
ANA LUZ: ¡Cómo brilla el sol esta mañana! ¡Me siento tan feliz!
          Pausa. Se oyen unos pasos y el ladrido de un perro. Entra Tanti.
TANTI. A su perro. ¡Quieto, Sultán! ¡Quédate ahí!
ANA LUZ: Incorporándose, inquieta y a la vez curiosa. ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?
TANTI: Mi nombre es Tanti. Estoy cuidando a mis cabritas. En este lugar hay agua y buenos pastos.
ANA LUZ: ¿Dónde vives?
TANTI: Señalando. Allá, en aquel lugar, donde se divisa una columna de humo. Vivo con mi madre y mis hermanos.
          Se escuchan nuevamente los ladridos del perro. Ana Luz se muestra ansiosa.
TANTI: No tengas miedo, Sultán no te hará daño.  Y tú, ¿cómo te llamas?
ANA LUZ: Mi nombre es Ana Luz y vivo en la cima de aquel cerro.
TANTI: Sobresaltada. ¿Acaso vives en el Cerro de las Brujas?
ANA LUZ: Sí, allí está mi hogar.
TANTI: Retrocede unos pasos impresionada. ¿Eres  una niña bruja?
ANA LUZ: Por favor, no temas. Es verdad, soy hija de brujos pero no tengo malos sentimientos. Me gustaría compartir tu amistad, hablar, jugar contigo.
TANTI: ¿Por qué no te diviertes con los niños de las montañas mágicas?
ANA LUZ: Son bocasucias, malos y pendencieros. No me gusta jugar con ellos.
TANTI: No entiendo. ¿Es verdad lo que dices?
ANA LUZ: Hace tiempo que deseo ser tu amiga, pero si me rechazas no volveré a molestarte. Sugiere que se va. Me conformaré viéndote todos los días desde lejos, como lo hice hasta hoy.
TANTI: ¡Oh, no, espera! Pensarás que soy una niña malvada, pero no es así. Las gentes del Valle recelamos de los brujos de las montañas. Nos asustan con sus gritos durante las noches, roban nuestros alimentos y matan a nuestros animales.
ANA LUZ: Si me aceptas seremos compañeras inseparables. Yo te enseñaré a vencer el miedo a la oscuridad y tú a cuidar las cabras y ordeñarlas.
TANTI: Más confiada. Está bien, Ana Luz, desde hoy nos veremos todos los días a la misma hora en este lugar. ¿De acuerdo?
ANA LUZ: Gracias, Tanti, no faltaré jamás.
TANTI: ¿Jugamos?
ANA LUZ: Sí, tengo ganas de correr, de saltar, de bailar. Me siento tan feliz.
          Juegan y danzan alegremente. Pausa. Algo cansadas se sientan y mientras prosiguen conversando toman alimentos que Tanti ha traído en su alforja.
ANA LUZ: Preocupada. ¿Sabes, Tanti? Soy tan feliz y sin embargo…
TANTI: ¿Pasa algo? Dímelo.
ANA LUZ: Te prometí hace un momento que cada día vendré a verte. Lo que quiero decirte es que si alguna vez dejo de venir es porque me han descubierto. No se me permite salir a estas horas.
TANTI: ¿Acaso no duermen los brujos durante el día?
ANA LUZ: Permanecen ocultos por temor a la luz del sol, pero algunos tienen poderes mentales y me espían. Hay un niño repugnante y  salvaje que se llama Bombo. Es odioso y vengativo y quiere obligarme a realizar actos perversos.
TANTI: ¿Te obliga a obedecerlo?
ANA LUZ: Bombo ha descubierto que salgo de mi cueva durante el día  y me amenaza diciendo que si no aprendo a matar pájaros me acusará ante la Bruja  Suprema.
TANTI. Vivamente impresionada. ¡La Bruja Suprema! ¿Quién es ella?
ANA LUZ: Su nombre es Sandunga y gobierna a nuestro pueblo con mano de hierro. Si la contemplaras tan solo un instante te morirías de terror.
TANTI: Verdaderamente asustada. ¡Qué espantoso! Cuánto lo siento, Ana Luz. Si puedo hacer algo por ti, solo tienes que pedírmelo.
ANA LUZ: Gracias, Tanti. Eres generosa, una verdadera amiga.
TANTI: Mejor olvidemos el problema y vayamos a jugar.
          Reinician los juegos y danzas. Oculta a los ojos de las niñas Catanga las observa sigilosamente.

Escena 8. FIESTA DE CUMPLEAÑOS.
          Catinga, Cabalango, Copina y Quilino departen alrededor de una mesa de piedra. Gesticulan y hacen las chanzas habituales. En otro ángulo, Ana Luz, rodeada por Bombo, Congo y otros brujitos invitados a su fiesta de cumpleaños.
CATINGA: Vamos con Ana Luz. Los niños están por entregarle sus regalos.
COPINA: Sí, vamos, me muero de curiosidad.
BOMBO: Ana Luz, mira lo que traje: un sapo escuerzo. Mi primo Congo tiene un regalo especial para ti. Vamos, recíbelo.
CONGO: Mi regalo es una víbora venenosa. Mete su mano en un bolsillo y saca el reptil.
ANA LUZ: Con gestos de temor y asco.  ¡Ahj!
BRUJITO I: Mi presente es una araña amaestrada. Espero que la cuides.
          Ana Luz va de un lado a otro sin saber qué hacer con los regalos mientras los adultos y brujitos se burlan de ella.
CATINGA: Dirigiéndose a los niños. Está bien, basta de bromas. Ahora salgan un momento que los mayores vamos a bailar. Cuando llegue la hora de comer los llamaré con un silbido.
          Ana Luz y los brujitos comienzan a salir. Bombo queda en mitad de la escena en actitud provocativa.
BOMBO: Un momento, bruja Catinga. Quiero aprovechar este momento para decir algo sobre Ana Luz que espero la haga a usted desdichada por mucho tiempo.
          Ana Luz se sobresalta al darse cuenta de que Bombo va a delatarla.
COPINA: Hijito mío, ¿qué tienes para decirnos?
BOMBO: Muy excitado. Quiero que todos sepan que soy un niño fiel a nuestra comunidad, y que algún día seré Brujo Mayor de estas montañas. Soy supersticioso, cruel, injusto y despiadado.
QUILINO. Orgulloso. Bombo, lo que acabas de decir es absoluta verdad. No demores en decirnos cuál es el secreto que deseas revelarnos.
BOMBO: Acusando con su mano extendida a Ana Luz. Esta niña, Ana Luz, sale de su cueva durante el día.
          Se produce un alboroto general.
CATINGA: Tirándose de los pelos. Ana Luz, dinos que no es verdad.
CABALANDO: Por mil demonios, ¿qué has estado haciendo?
ANA LUZ: Echándose a llorar.  ¡Oh, mamá!, lo siento mucho. Bombo dice la verdad. Lo lamento, de verdad, lo lamento.
CATINGA: Nosotros te hemos enseñado que la luz es mala para los brujos.
CABALANGO: ¿Acaso no sabías que la luz del sol convierte en polvo al más grande de los brujos y lo mata para siempre?
ANA LUZ: Reponiéndose. Sin embargo, ya ven que nada me ha pasado. Pausa. Todos la observan preguntándose por qué la luz no le ha hecho daños aparentes. Cuando todavía era yo una bebita, cierto día descubrí un rayo de luz que se había filtrado por una grieta de la cueva. Lo toqué y sentí que era cálido y suave; no me hizo daño alguno. Desde entonces, todas las mañanas gozo cuando salgo a la luz del sol.
QUILINO: ¿Cómo es posible que esto suceda? No puedes vivir en ambos mundos. Los humanos habitan el día y los brujos la noche. Nuestros libros de magia dicen que así fue desde el principio de todas las cosas. Sin embargo veo que la luz no te ha lastimado. Al contrario, te ha favorecido, haciéndote más fuerte y saludable que nuestros hijos.
BOMBO: Enfurecido por lo que acaba de escuchar. Eso no es verdad, padre. Yo soy el más fuerte y canalla de todos los hijos de los brujos.
COPINA: A Bombo, tomándolo de los cabellos. ¡Cállate!
QUILINO: Enternecido. Ana Luz, si de verdad amas el mundo que está al otro lado de la noche, deberías irte. Tal vez encuentres más allá de las montañas, un lugar donde  vivir.
ANA LUZ: Con decisión.  Nunca me iré del lado de mis padres. Aunque somos diferentes los amo y por nada del mundo me apartaré de ellos.
          Catinga se aproxima y abraza a Ana Luz. Cabalango va a la mesa y se pone  a beber mientras los invitados comienzan a retirarse. El último en salir es Bombo.
BOMBO: Cínico.  Te lo había prometido, Ana Luz. Ahora verás lo que Sandunga hará contigo.

Escena 9. CALEUFÚ TRAE UN MENSAJE DE SANDUNGA.
          Cueva de Catinga y Cabalango. Cabalango está barriendo el piso con una escoba de pichanilla. Caleufú, el mensajero de Sandunga, entra violentamente.
CALEUFÚ: Aspecto feroz. ¡Cabalango!
CABALANGO: Impresionado.  Caleufú,  ¿qué haces aquí?
CALEUFÚ: Traigo un mensaje de Sandunga. Escucha atentamente.
CABALANGO: Sí, respetable brujo.
CALEUFÚ: Nuestra Bruja Suprema ordena que tu hija, Ana Luz, permanezca encerrada, prohibiéndole salir durante el día, para que aprenda a respetar la oscuridad y las leyes de nuestro pueblo. ¿Has comprendido?
CABALANGO: Obsecuente. Dile a nuestra Soberana que confíe en Catinga y en mí. Le daremos una lección a nuestra hija para que nos honre con su obediencia.
CALEUFÚ: Espero que así sea porque, de lo contrario, te arrepentirás de haber nacido. ¿Oíste, batracio?
CABALANGO: Sí, Caleufú. Vete tranquilo y saluda a Sandunga en nuestro nombre.
          Ana Luz, atraída por las voces, se aproxima tímidamente a la escena.
ANA LUZ: ¿Por qué me hacen esto? ¿Por qué?
CABALANGO: ¡Cállate, mala hija! No digas una sola palabra más si no quieres que te dé una paliza.
CALEUFÚ: Satisfecho. Eso es, así debes tratarla. Repítele el mensaje.
ANA LUZ: No es necesario, estuve escuchando.
CALEUFÚ: Gudaluga barabadán kittin buruguba.
CABALANGO: ¿Qué has dicho?
CALEUFÚ: De un solo golpe arroja a Cabalango al suelo. ¡Puerco! ¿No entiendes nuestro idioma?
CABALANGO: Incorporándose. Es que yo…
CALEUFÚ: Mirando fijamente a los ojos de Ana Luz.  Acabo de decir: “La luz mata a los hijos de las tinieblas”. Recuérdalo, Ana Luz, y no te atrevas a desafiar la ira de Sandunga.
          Caleufú sale a los saltos, riendo a carcajadas. Pausa. Ana Luz permanece indecisa, perturbada.
CABALANGO: ¿Dónde está tu madre?
ANA LUZ: No sé, salió muy temprano.
CABALANGO: Cuando ella regrese hablaremos. Voy a destilar un poco de aguardiente de piquillín. Ve adentro.
          Ana Luz entra lentamente bajo la mirada severa de su padre. Luego de una pausa Cabalango sale.

Escena 10. CATINGA RECIBE SU PRIMER BESO.
          Regresa Catinga. Deja un bolso en el piso. Mira a uno y otro lado.
CATINGA: Ana Luz…Ana Luz… ¿dónde estás?
ANA LUZ: Agitada. Mamá, algo terrible ha sucedido. Hace un momento Caleufú trajo un mensaje…
CATINGA: Interrumpiéndola.  Ya lo sé, no te preocupes. Podrás salir durante el día…
ANA LUZ: Apresurada. Pero es que Sandunga ha ordenado…
CATINGA: … pero solo una vez a la semana.
ANA LUZ: No, mamá, eso no será posible.
CATINGA: Ten paciencia. Escucha, hija. Acabo de visitar a nuestra Bruja Suprema y hemos hecho un arreglo.
ANA LUZ: Sorprendida. ¿Qué?
CATINGA: Sandunga te autoriza a salir pero con una condición.
ANA LUZ: ¿Una condición? ¿Qué espera de mí?
CATINGA: La próxima semana deberás ingresar a la Escuela de las Brujas Novicias. ¿Estás de acuerdo?
          Ana Luz permanece pensativa. Pausa.
ANA LUZ: Sí, mamá. Haré cuanto me pidas para que no sufras por mi culpa. Te lo prometo.
          Ana Luz abraza a Catinga y le da un sonoro beso en la mejilla. Catinga, sorprendida y arrobada, no sabe cómo reaccionar.
CATINGA: ¡Qué delicia, hija mía! ¡Cómo es posible que exista algo tan suave y delicado! ¿Qué me has dado?
ANA LUZ: Te he besado, mamá.
CATINGA: ¿Me has besado? ¿Quién te enseñó a hacerlo?
ANA LUZ: Mi amiga Tanti, la pastora de cabras. Ella dice que los seres que se aman se dan besos entre sí.
CATINGA: ¡Oh, Ana Luz! ¡Qué difícil eres de entender! No te comprendo, pero eres mi hija y te ayudaré.
ANA LUZ: ¿Qué le diremos a papá? Se  pondrá furioso.
CATINGA. Limpiándose las lágrimas.  Por ahora le ocultaremos la verdad. El pobre está enfermo de la cabeza por culpa de la bebida. ¡Qué desgracia!
          Catinga y Ana Luz se abrazan tiernamente. Entra Cabalango con expresión de asombro.

Escena 11. PRIMER DÍA DE CLASE
          Cueva de Sandunga. La escuela de las Brujas Novicias. Sandunga se pasea nerviosa esperando la llegada de Ana Luz. La niña entra lentamente.
SANDUNGA: Sarcástica. Por fin has llegado, mi querida rebelde. No sabes cuanto tiempo he aguardado este encuentro. ¡Bienvenida a la Escuela de las Brujas Novicias!
ANA LUZ: Fríamente. He venido a cumplir la promesa hecha a mis padres. Tú misma has establecido las condiciones.
SANDUNGA: En efecto. He hablado con tu madre de ciertos asuntos y ella está de acuerdo conmigo respecto de la educación que necesitas. Creo que algunas cosas no están claras por ahí. ¿Eh? Apunta con un dedo a la cabeza de Ana Luz.
ANA LUZ: Reconozco que tengo algunos problemas, Sandunga, pero estoy muy segura de lo que deseo para mí.
SANDUDNGA: Cuando descubras el misterioso significado de nuestras vidas  te sentirás feliz convirtiéndote en  bruja.
ANA LUZ: Tal vez lo que dices sea bueno para brujitos malvados como Bombo, pero no para mí.
SANDUNGA: Eso lo veremos, niñita. Me gusta ese carácter duro que tienes, tu modo de decir las cosas. Eso es una señal de que un día serás un bruja invencible como yo. Pero te advierto: Enfrenta a Ana Luz con el rostro desencajado por el odio.  No te atrevas a desafiame nunca. ¡Jamás lo hagas!
ANA LUZ: Asistiré a la escuela hasta que cumpla quince años. Entonces sabré cuál es mi verdadera vocación.
SANDUDNGA: Procurando ser persuasiva.  Está bien, Ana Luz, dejemos de discutir y vayamos al aula. Al principio algunas cosas te parecerán extrañas, pero pronto te acostumbrarás.
          Se dirigen en dirección a una mesa donde está depositado un libro enorme  y sobre él una vela encendida. Se escuchan ruidos insólitos, chillidos, voces que repiten a coro: “Bamba Ananda”, “Bamba Ananda”.
SANDUNGA: Saluda elevando su mano derecha. Bamba Ananda.
ANA LUZ: Intrigada y temerosa. ¿Qué dicen? ¿Quiénes son?
SANDUNGA: Dicen “buenas noches”, “buenas noches”. Son lechuzas, murciélagos y gnomos que viven en mi caverna. Pronto los conocerás.
          Van hacia la mesa. Se sientan una frente a la otra.
SANDUNGA: Este es el Manual de la Bruja Novicia. Comienza a leerlo, pausadamente, en voz alta. Como ves, está escrito en puncum, el dialecto de los hijos de las montañas, para que nadie sepa su significado. Vamos, comienza a leer.
ANA LUZ: Dubitativa. Sí, pero…
SANDUNGA: Comienza a leer de inmediato. ¡Obedece!
ANA LUZ: Jamás asistí a la escuela. ¿Cómo podré leer si no sé hacerlo?
SANDUNGA: Irritada.  ¿No comprendes, Ana Luz, que éste es un libro mágico? Míralo atentamente y comprenderás lo que te digo.
          Ana Luz mira fijamente los textos del libro mágico. Pausa.
ANA LUZ.  Comienza a leer.
          Aminga sanga  tau em omonga pamba tanca mao bamba.
          Ananga pinga mem tanca en mondú batú mandingo.
          Sandunga pamba tatanga vudú tau mulubú.
          Mientras Ana Luz prosigue leyendo, efectos luminosos multiplican el aspecto siniestro de Sandunga, su mirada torva y maliciosa. Al concluir la lectura la Bruja Suprema golpea sus manos con fuerza.
SANDUNGA: La clase de hoy ha terminado. Veo que aprendes rápido y en forma correcta. Vendrás una noche a la semana, sin faltar jamás, siempre a la misma hora. Lo que yo te enseñe no se lo dirás a nadie. ¿Entiendes?
ANA LUZ: Sí,  Bruja.
SANDUNGA: ¿Estás segura?
ANA LUZ: Sí, Bruja.
SANDUNGA: Si faltas a tu promesa te castigaré severamente. A ti y a tus padres. ¿Está claro?
ANA LUZ: No será necesario, Bruja. Guardaré el secreto del conocimiento que me proporcionas.
          Las interrumpe el canto de un gallo.
SANDUNGA: Así me gusta. Pausa. Se miran en silencio.  Es hora de partir, el Gallo del Diablo acaba de anunciar la medianoche.
ANA LUZ: Bamba Ananda, Sandunga.
SANDUNGA: Lobú anda trenke, Ana Luz.
          Sale Ana Luz, presurosa. Sandunga comienza a danzar frenéticamente y ríe a carcajadas.

Escena 12: LA LAGUNA DE LA NIÑA ENCANTADA.
          El Arroyo de las Murmuraciones. Canto de pájaros. Luz intensa.
ANA LUZ: ¿Sabes, Tanti? Soy tan feliz viviendo bajo la luz del sol. Si mis padres pudieran verme comprenderían por qué me pongo triste cuando no me dejan verte.
TANTI: ¿Por qué no vienes todos los días, como antes? ¿Ocurre algo malo?
ANA LUZ: Hay cosas que no puedo decirte; no las entenderías.
TANTI: Está bien, no te preocupes. Qué te parece si recorremos el arroyo y llegamos hasta la cascada. Es un lugar que siempre quise conocer.
ANA LUZ: De acuerdo, vamos ahora mismo.
          Juegan y danzan en dirección a la cascada.
ANA LUZ: ¡Qué hermoso lugar!
TANTI: Aquí es donde aparece ella.
ANA LUZ. ¿Ella? ¿Quién es ella?
TANTI: La Niña Encantada. La gente dice que en el fondo de esta laguna vive una joven hermosa, pero terrible. La mitad de su cuerpo, la de abajo, tiene forma de pez, y la otra de mujer.
ANA LUZ: Desconfiada. ¿Es un Espíritu del Agua?
TANTI: Un espíritu maligno. Mi abuelita dice que aquellos que contemplan los ojos de la Niña Encantada se vuelven locos y se sumergen detrás de ella. ¡Y mueren ahogados!
ANA LUZ: Este lugar es peligroso. Yo sé lo que digo. ¡Vámonos de aquí!
TANTI: ¡Oh, no! Tengo curiosidad y no me iré.
ANA LUZ: ¡Qué vamos a hacer si aparece ella?
TANTI: No la miraremos, para evitar que nos hipnotice.
ANA LUZ: ¿Y si nos habla?
TANTI: Nos quedaremos calladas. No diremos una sola palabra.
          Tanti y Ana Luz no se dan cuenta que Catanga está vigilándolas. En ese momento, de golpe, aparece la Niña Encantada. Sostiene en una mano un espejo y en la otra un peine de oro. Las niñas permanecen aterradas, dándole la espalda.
TANINGA: ¡Hola! En actitud seductora.  ¡Hola!
          Ana Luz y Tanti, con los ojos cerrados, no contestan.
TANINGA: Soy Taninga, ninfa de las aguas subterráneas. Hace mil años que vivo aquí y jamás vi niñas tan hermosas. ¿Cómo se llaman? Pausa. Por favor, no teman. Sólo quiero que me digan sus nombres. ¿Qué mal puedo hacerles? Ana Luz y Tanti se miran y cuchichean. Si me dicen sus nombres les daré hermosos regalos. ¡Por favor!
          La palabra “regalos” provoca la codicia de las jovencitas. Lentamente se incorporan y giran hacia Taninga.
ANA LUZ: Mi nombre es Ana Luz y vivo…
TANTI: Soy Tanti, cuido mis cabras y…
          Ambas permanecen vacilantes, como hipnotizadas.
TANINGA: ¡Qué bellos nombres para niñas tan hermosas! Miren lo que tengo para ustedes: pececitos de colores, conchas del mar, pequeños  cangrejos. Vengan conmigo…vengan…entren al agua.
          Ana Luz y Tanti comienzan a desvestirse para ingresar a la Laguna.

Escena 13. CATANGA SALVA A TANTI Y ANA LUZ.
          Entra Catanga dando un fuerte grito. Arroja una piedra hacia Taninga, pero esta se sumerge rápidamente y desaparece.
CATANGA: ¡Deténganse! ¡No se muevan!
          Tanti y Ana Luz salen de su estupor, como si despertaran.
TANTI: ¡Qué susto tan grande! Acabas de salvarnos la vida. ¿Quién eres?
CATANGA: Mi nombre es Catanga, estoy juntando hierbas medicinales.
ANA LUZ: Agradecida pero con cierta desconfianza.  Mi nombre es Ana Luz y ella es Tanti, mi amiga…
CATANGA: Ya me parecía. Sí, las conozco a ambas y sé de donde proviene cada una. Y les diré algo más: tengan fe en su amistad y si algún día la vida las separa, no desesperen porque, nuevamente, volverán a encontrarse.
ANA LUZ: ¿Cómo es posible que hables así del futuro. ¿Acaso eres adivina?
CATANGA: No, mi pequeña brujita. No soy lo que supones. Ocurre que, a veces, cansada de las tonterías de este mundo, me entretengo leyendo en el Gran Libro de las Horas donde está escrito el pasado, el presente y el futuro de todos los seres.
ANA LUZ: Con cierto atrevimiento. Si te lo pido, ¿podrías predecir mi futuro?
CATANGA: Podría decirte muchas cosas, Ana Luz, pero lo que tenía que decir, ya lo dije. Si eres inteligente lo comprenderás. Pausa. Ahora regresen con sus familias, que se hace tarde.
          Salen Tanti y Ana Luz. Catanga las sigue observando hasta que desaparecen de su vista.
CATANGA: Purucutú manga tunga. Que tengan feliz viaje.

Escena 14. ENSEÑANZAS Y AMENAZAS DE SANDUNGA.
          Caverna de las Malas Enseñanzas.  Sandunga imparte su clase mientras se pasea nerviosamente. Ana Luz escucha en silencio.
SANDUNGA: Ser una bruja de las tinieblas, Ana Luz, es la capacidad de tener siempre malos pensamientos y no dudar en realizar los actos más  perversos y terribles. Somos felices en la venganza, astutas para robar, mentirosas y sanguinarias. Aterrorizamos a la gente del Valle con nuestros gritos y maldiciones, mortificamos a los animales silvestres, comemos bazofias y sancochos. Un villano es para nosotras un héroe, un brujo repugnante y deforme nos parece la criatura más perfecta. Amenazando a su alumna con el dedo índice. Y no olvides: quien ayuda a un humano es un traidor que merece el más duro escarmiento. ¿Comprendes lo que acabo de decirte?
ANA LUZ: Con toda claridad, Bruja Sandunga.
          Pausa. Se miran, desafiantes. Se escucha el canto del Gallo del Diablo.
SANDUNGA: Golpeando sus manos. Es medianoche. Vete y repasa mis enseñanzas. Pronto te convertirás en una bruja para toda la vida.
ANA LUZ. Sale. Bamba Ananda, bruja Sandunga.
SANDUNGA: Descortés. Bamba Ananda.

Escena 15. BOMBO Y CONGO ATACAN A ANA LUZ.
          Apenas Ana Luz sale de la Escuela de las Malas Enseñanzas, se encuentra en un paisaje nevado. Fuerte sonido del viento y la tormenta.
ANA LUZ: ¡Qué frío hace! Si no disminuye la tormenta perderé el rumbo y no podré llegar a mi hogar.
          Aparecen, en sentido contrario, Bombo y Congo, armados de hondas y cuchillos. Rodean a Ana Luz impidiéndole el paso.
BOMBO: ¡Hola!
CONGO: ¡Hola, Ana Luz!
ANA LUZ: Sorprendida y enojada. Apártense de mi camino, grandísimos estúpidos. Déjenme pasar.
BOMBO: Queremos hablar contigo.
ANA LUZ: No hablo con chicos sucios y pendencieros.
CONGO: Si no vienes con nosotros lo lamentarás. Somos más fuertes que tú, niña tonta y orgullosa.
ANA LUZ: Comienza a desesperarse.  Déjenme. ¡No me toquen!
BOMBO: No podrás escapar. Ven con nosotros a destruir un nido de águilas que hemos descubierto.
ANA LUZ: Te dije que jamás haré esas cosas, Bombo. ¿Acaso no recuerdas? Además, eres un delator, un cobarde.
CONGO: Intentando tomarla del cabello. Vamos, ven con nosotros, te divertirás como loca.
BOMBO: Ya me estoy cansando. Decídete. ¿Vienes o no?
ANA LUZ: Váyanse al diablo.
          Bombo y Congo aprisionan a Ana Luz y la obligan a girar en una danza frenética hasta que la niña queda en el suelo completamente mareada. Le dan golpes y puntapiés en todo el cuerpo.
BOMBO: Bravucón. Te lo advertí, Ana Luz. Ahora ya sabes quién es el más fuerte de los dos.
CONGO: Enfurecido. Ahora no podrás caminar. ¡Morirás de frío!
          Bombo y Congo salen corriendo, riéndose a carcajadas.

Escena 16. ANA LUZ LUCHA CONTRA EL FRÍO Y EL SUEÑO.
ANA LUZ: Recuperando el conocimiento.  ¡Estoy perdida! Pausa. Se incorpora lentamente. ¿Qué será de mí en medio de esta tormenta?  Pausa. Si no encuentro un refugio moriré de frío.
          Aumenta el sonido del viento y la tormenta de nieve. Ana Luz, aterida, busca un lugar donde refugiarse. Al fin encuentra un pequeño espacio entre las rocas y se acurruca en él.
ANA LUZ: Debo permanecer despierta. Si me quedo dormida no despertaré jamás. Se refriega los ojos, frota sus brazos y piernas, da saltitos. Se acurruca nuevamente y empieza a quedarse dormida. Brota de golpe un coro de voces celestiales envolviendo el balido de una cabra y el repetido tañido de un cencerro. Ana Luz se despierta.
ANA LUZ: ¿Dónde estará esa cabra. No alcanzo a verla ni escucho sus pasos. Ana Luz vuelve a quedarse dormida  y nuevamente se escuchan las voces y los sonidos de la campanilla de la cabra. Abre y cierra los ojos. Procura permanecer despierta. Amaina el temporal. Aumenta la intensidad de la luz.  Ya es de madrugada. Ahora me será más fácil orientarme. Sale.

Escena 17. DESPEDIDA DE TANTI Y ANA LUZ.
          Valle del Silencio. Canto de pájaros. Ana Luz, sentada, espera la llegada de Tanti. Se la ve cabizbaja y triste. Entra Tanti.
ANA LUZ: Tanti, ¿qué te pasa? ¿Por qué estás llorando?
TANTI: Oh, Ana Luz, no sé cómo decírtelo.
ANA LUZ: Por favor, no me asustes. ¿Qué ha sucedido?
TANTI: Vengo a despedirme. Hoy será la última vez que nos veamos. Lo siento.
ANA LUZ: ¿Qué estás diciendo?
TANTI: Me voy con mi familia a vivir a Covadonga, la Ciudad de la Luz.
ANA LUZ: ¡Te vas del Valle!
TANTI: Viajaré con mi madre y mis hermanos. Aquí estamos muy solos desde la muerte de mi padre. Además, tengo que ir a la escuela.
ANA LUZ: Dime donde queda esa ciudad para que pueda ir a visitarte.
TANTI: No, Ana Luz, eso no será posible.
ANA LUZ: ¿Por qué dices eso? ¿Acaso no me quieres como antes?
TANTI: Siempre te querré, porque eres mi mejor amiga. Pero también sé que los hijos de los brujos viven eternamente en las montañas. Cuando crezcas te gustará la oscuridad y empezarás a olvidarme.
ANA LUZ: Tanti, ¿cómo podría olvidarte? No sabes cuánto estoy luchando para no separarme de ti.
TANTI: Será mejor       que dejemos de vernos, Ana Luz. Nos vamos mañana muy temprano.
ANA LUZ: Dime, al menos, como es Covadonga. ¿Es un pueblo grande?
TANTI: Sí, allá hay escuelas, parques con juegos para niños y lugares donde las personas se reúnen para conocerse.
          Pausa. Se miran. No quieren separarse. Se toman de las manos.
TANTI: Adiós, mi querida Ana Luz. Ojalá que algún día podamos encontrarnos.
ANA LUZ: En actitud firme y solemne. Te prometo, Tanti, por esta luz del sol, que un día no lejano me reuniré contigo.
TANTI: Adiós, te estaré esperando.
ANA LUZ: Hasta siempre, Tanti.
          Sale Tanti. Ana Luz permanece pensativa. Comienza a disminuir la luz. Es el atardecer.

Escena 18. CANDONGA, EL ESPÍRITU ERRANTE.
          Lentamente, a espaldas de Ana Luz, moviéndose apenas, ingresa  Candonga, el Espíritu Errante.
ANA LUZ: Sorprendida por la extraña aparición.  ¿Quién anda por ahí?
CANDONGA:  Con voz débil. Cada tanto tose. Espera un momento, no te vayas.
ANA LUZ: ¿Quién eres?
CANDONGA: Mi nombre es Candonga.
ANA LUZ: ¿Qué deseas de  mí?
CANDONGA: Solo te pido que me permitas permanecer un momento junto a ti y a cambio te entregaré las bendiciones de mi corazón.
ANA LUZ: ¿Qué haces a estas horas del atardecer? ¿No tienes, acaso, familia o sitio donde vivir?
CANDONGA: Soy un Espíritu Errante que solo tiene vida en el breve  momento en que el día se transforma en noche y la noche en día.
ANA LUZ: ¿Quién te obliga a padecer una vida tan triste y tan breve?
CANDONGA: ¡Ay!, nadie me obliga a vivir de este modo. Únicamente yo soy la culpable de mi propia desdicha.
ANA LUZ: Por favor, cuéntame tu vida. Confía en mí.
CANDONGA: Hace mucho tiempo, más de un siglo,  yo era  una joven bruja, inteligente y astuta. En uno de mis viajes extravié el rumbo y me sorprendió la llegada de la luz. Tuve, al principio, un miedo terrible, pero pronto me di cuenta que podría vivir bajo la luz del sol sin riesgo ni dolor. Empecé a vivir en dos mundos diferentes. De noche era una bruja mala y arrogante; de día me convertía en una joven cuya belleza deslumbraba a los arrieros y pastores que cruzaban por este lugar. Pausa. Tose. Se tambalea Apenas tiene fuerzas para sostenerse.
ANA LUZ: Intrigada por el relato. Sigue, quiero saber qué sucedió después.
CANDONGA: Con el tiempo me cansé y comprendí que no podía seguir viviendo de ese modo. Intenté tomar una decisión pero no pude. Estaba indecisa y confundida, no tenía voluntad. De un lado u otro la existencia me resultaba igual. Poco a poco fui volviéndome invisible para los demás y también para mí misma, hasta que solo me quedó esta triste y breve existencia. Pausa. Vuelve a toser.
ANA LUZ: Déjame ayudarte. ¿Qué puedo hacer por ti?
CANDONGA: Si eres una joven bruja o una mujer humana, no me olvides nunca. Búscame apenas nace la luz del sol o cuando llegan las primeras sombras de la noche. Allí estaré aguardando el consuelo de tu presencia. Solloza.  Nadie en el mundo podrá comprenderme mejor que tú.
          El Espíritu Errante se sumerge en la oscuridad. Ana Luz sin salir de su asombra, permanece quieta, pensativa.
ANA LUZ: “Nadie en el mundo podrá comprenderme mejor que tú”. ¿Qué habrá querido decirme  Candonga? Pausa. ¿Será porque yo también seré un espíritu errante. ¡Oh, no, no! Sale corriendo.

Escena 19. ENCUENTRO CON LA CABRA INVISIBLE.
           Valle del Silencio. Luz. Canto de pájaros. Ana Lujz danza un instante, con lentitud, con tristeza. Luego se sienta y reflexiona en voz alta.
ANA LUZ: ¡No sé qué hacer! Irme significaría abandonar a mis padres. Si me quedo, dentro de cuatro lunas, deberé ingresar al pueblo mágico y  convertirme en Bruja Mayor. Pero, si no me decido, me convertiré en un espíritu errante.
          Pausa. Surgen las voces celestiales, el tañido de un cencerro y el balido de una cabra. Ana Luz se incorpora y mira a todos lados.
ANA LUZ: Es la campanilla que me salvó de morir en la nieve. ¿Dónde estará esa cabra? Vuelven a escucharse las voces y sonidos.
VOZ DE CABANA: Quien se alimente con la leche de mis ubres tendrá el privilegio de ver lo que otros no ven, escuchar sonidos que nadie escucha y comprender lo que pocos comprenden.
ANA LUZ: ¿Quién habla?
VOZ DE CABANA: Soy Cabana, la Cabra Invisible que pasta en las praderas del silencio que están al Otro Lado de la luz.
ANA LUZ: ¿Eres, acaso, quien me salvó de morir de frío?
VOZ DE CABANA: Sí, fui yo quien con el sonido del cencerro de plata te mantuvo despierta y evitó que te durmieras para siempre.
ANA LUZ: ¿Por qué lo hiciste? ¿No sabes que soy una pequeña bruja indigna de vivir en la luz?
VOZ DE CABANA: ¿Por qué me hablas así? ¿Te avergüenzas de vivir en la región resplandeciente del mundo?
ANA LUZ: Estoy confundida, y tengo miedo.
VOZ DE CABANA: Miedo a qué.
ANA LUZ: A quedarme atrapada para siempre en la oscuridad.
VOZ DE CABANA: Escucha bien, Ana Luz. Si puedes vivir en la luz es porque nunca serás una bruja de las tinieblas. Depende únicamente de ti. Si no tienes una firme voluntad te convertirás en un espíritu errante.
ANA LUZ: No, no quiero ser como Candonga. Deseo ser libre pero no encuentro el modo de lograrlo.
VOZ DE CABANA: Sé fuerte y decidida y no temas hacer tu elección.
ANA LUZ: Cabana, ayúdame, estoy decidida a cualquier sacrificio.
VOZ DE CABANA: ¿Estás dispuesta a realizar una prueba?
ANA LUZ: Sí, no tengo miedo.
VOZ DE CABANA: Detrás de esa roca hay un vaso de arcilla. Búscalo.
         Ana Luz busca a su alrededor, encuentra el recipiente y lo sostiene con ambas manos.
VOZ DE CABANA: Esa es mi leche y quien la ingiere recibe el poder de la visión que hace posible descubrir los ocultos enemigos, los hijos del mal.
ANA LUZ: Confiada.  Cabana, si salvaste mi vida y ahora guías  el camino de mi vocación es porque eres un Espíritu Protector. Se dispone a beber.                       
VOZ DE CABANA: Espera, no bebas todavía. ¿No has sospechado que pueda yo ser Sandunga que está a punto de darte una verdadera lección brujería?
ANA LUZ: Pone el vaso junto a sus labios.  Tengo la esperanza de no equivocarme.
VOZ DE CABANA: ¿Cómo sabes que cuando tomes esa leche no te convertirás en una araña repulsiva o en una víbora? ¿Eres valerosa o imprudente?
ANA LUZ: Bebe el contenido del vaso. Pausa. En este momento no siento temor alguno. Pausa. Y no eres Sandunga, porque en este mismo momento he comenzado a verte. ¡Eres hermosa!
          El tañido del cencerro de plata. Las voces celestiales. Pasos de Cabana que se aleja. Ana Luz intenta caminar pero sus piernas no se sostienen. Tambalea y pierde el conocimiento.

Escena 20. ANA LUZ DESPIERTA EN LA CUEVA DE CATANGA.
          Cueva de Catanga. Ana Luz esté tendida sobre una manta de vivos colores. A su lado Catanga pone sobre su frente paños de agua fría.
ANA LUZ: Despertando. ¿Dónde estoy? ¿Qué me ha sucedido?
CATANGA: Con ternura. No temas, pronto estarás bien. Ya está casi lista la comida.
          Ana Luz observa, intrigada, el entorno. Catanga, con paso ágil, ordena el lugar, prepara la comida y sirve la mesa mientras canta.
Solo la flor que nace en las montañas
puede llevar al valle su fragancia;
cuando muere la flor queda el perfume
y  si el aroma perdura la semilla está a salvo.
ANA LUZ: Come con apetito. La comida está muy buena, Catanga. Gracias.
CATANGA: Me alegra verte mejor. Eres muy fuerte.
ANA LUZ: Gracias a ti.
CATANGA: No, Ana Luz, no es como tú crees.
          Pausa. Entre ambas ordenan y limpian la rústica vajilla. Luego se sientan sobre la manta para continuar dialogando.
ANA LUZ: Catanga, ¿cómo llegué a este lugar? Lo último que recuerdo es que bebí un vaso de leche y me quedé dormida.
CATANGA: Lo que ocurrió ayer fue un acontecimiento único y extraordinario.
ANA LUZ: Pero yo no recuerdo nada más.
CATANGA: Muchas cosas, mi querida Ana Luz, te resultan incomprensibles, ¿verdad?
ANA LUZ: Así es. Están ocurriendo hechos muy extraños a mi alrededor. Me siento confundida, desorientada.
CATANGA: Recuerda bien esto, Ana Luz: todo tiene un significado. Algunos acontecimientos son hermosos, otros terribles. Algo, más fuerte que tu propia vida, te atrae, irresistiblemente, como si no pudieras detenerte. ¿Estoy en lo cierto?
ANA LUZ: Completamente. Cuando más amo mi vocación por ser libre más se complica mi vida.
CATANGA: ¿Te dejarías dominar por el cansancio?
ANA LUZ: No, Catanga, jamás.
CATANGA: Así me gusta, que luches por tu libertad, por todo lo que amas.
ANA LUZ: No sé cómo darte las gracias.
CATANGA: Bien, ha llegado la hora de partir. Pronto volveremos a vernos.
ANA LUZ: ¿Cuándo? ¿En qué lugar?
CATANGA: No seas impaciente. Ya lo sabrás.
ANA LUZ: Lobú, Catanga.
CATANGA:  Purucutú mangatunga, Ana Luz. Sale Ana Luz.

Escena 21. MUERAN LOS BRUJOS TRAIDORES.
          Caverna de las Malas Enseñanzas.
SANDUNGA: Muy bien, Ana Luz, la preparación para ser bruja está llegando a su fin. Ahora, cuando estás próxima a cumplir quince años, tendrás ocasión de anunciarnos que serás una Bruja Mayor. Piénsalo bien, porque ser una auténtica hechicera  significa permanecer para siempre de este lado de las cosas. Te será prohibido, para toda la vida, salir a la luz y comunicarte con los humanos, nuestros despreciables enemigos. Ana Luz se estremece. Hace un gesto de asombro. No te hagas la sorprendida porque sé que estás pensando en Tanti, esa niña tonta que ahora vive en Covadonga y estudia tonterías en una escuela.
En realidad es una criatura estúpida y torpe que no vale nada. Si todavía sientes por ella el sucio sentimiento del amor, ¡olvídala! Pausa. De lo contrario puede ocurrir que un día de éstos tu amiga Tanti tenga un accidente, muera envenenada o se ahogue en el Lago de los Esperpentos. Ríe histéricamente.
ANA LUZ: Suplicando. Por favor, no le hagas daño, ella no te ha hecho nada.
SANDUNGA: Sabes que soy capaz de cualquier cosa de modo que la vida de tu amiga dependerá de ti. Recuérdalo.
          Se escuchan voces, susurros, gritos que se aproximan. La comunidad de brujos va ingresando al recinto.
SANDUNGA: Golpeando secamente sus manos. La clase ha terminado. Ana Luz hace ademán de salir rápidamente. Aguarda un momento. Nos espera una importante reunión. Participarás, por primera vez, de la Asamblea de las Maldiciones.
          Sandunga, de un salto, se ubica en un sitio elevado. Los brujos la reverencian con temor.
CORO DE BRUJOS: Bamba Ananda, Bamba Ananda. Discuten y se pelean entre ellos. Amenazan y señalan con odio a Ana Luz.
SANDUNGA: ¡Silencio! Que nadie abra su asquerosa boca sin mi permiso. ¿Oyeron, pedazos de idiotas?
CORO DE BRUJOS: Súbitamente paralizados por el miedo. Sí…sí…sí.
SANDUNGA: Esta joven brujita señala a Ana Luz ha completado sus estudios básicos y se prepara para convertirse en una Bruja Mayor. Pero, como todavía tiene algunas dudas, les pido que estimulen su vocación con palabras de aliento.
HUCHULA: ¡Ollantaj pirisqui sumay!
CORO DE BRUJOS: ¡Mueran los brujos traidores!
CULULÚ: Un perro encadenado a las llamas del infierno sería más feliz que aquel que huya del mundo de la oscuridad.
CARAGUATÁ: Aprende de nosotras, que somos felices por el mal que hacemos en el río. Sembramos peste para los peces y hundimos las barcas de los pescadores.
CARRILOBO: Somos los amos de estas montañas y muy pronto tomaremos otros lugares de la tierra. La noche en que ataquemos  a la ciudad de Covadonga no será igual a otra por el dolor y el espanto que dejará nuestro odio.
          Catinga, que estaba semioculta, se abre paso hacia Ana Luz. Al verla, la niña se muestra afligida.
ANA LUZ: Mamá, ¿qué haces aquí?
CATINGA: Hijita mía, en ningún lugar serás más feliz que entre nosotros. Todo lo que hay del otro lado es solo un espejismo que produce la luz.
COPINA: Al pie de estas montañas están los enemigos de los brujos, gente que no sentiría pena de clavar una afilada estaca en el corazón de tu madre.
CATINGA: Señala a Cabalango, que se ve borracho y ridículo a su lado. Mira a este inútil. Ha jurado que dejará de beber la noche en que prometas ser para siempre una Bruja Mayor.
QUILINO: Ana Luz, eres como una hija para mí. Solo te pido que no te apresures. Piensa bien en lo que vas a decidir.
SANDUNGA: Con gesto pomposo y autoritario. ¡Basta! ¡Es suficiente! No permitiremos que nadie nos traicione. Llevamos miles de años luchando de este lado de la vida y no cambiaremos. Nada debe ser modificado. Pausa. ¿Tienes algo que decir, Ana Luz?
ANA LUZ: Segura de sí misma. He escuchado los gritos y amenazas pero sepan que no siento temor. Y no es justo que me llamen traidora ya que tú misma, Sandunga, acabas de decir que aún no se ha cumplido el tiempo de las decisiones. Cuando llegue la hora anunciaré con grandes voces mi verdadera vocación y desde ese momento, por nada del mundo, renunciaré a ella.
          Catinga y Cabalango se aproximan a Ana Luz. Los tres se retiran apresuradamente. Los otros brujos ríen a carcajadas y se burlan de ellos.

Escena 22. AGUARDIENTE DE PIQUILLÍN.
          Cueva de Catinga y Cabalango. Catinga yace tendida en el piso, con la ropa desordenada y algunas heridas. Entra Ana Luz.
ANA LUZ: ¡Mamá! ¡Mamá! ¿Qué te ha sucedido?
CATINGA: Con gritos lastimeros y sollozando. ¡Ay, demonio de las tinieblas, te piedad de esta pobre bruja!
ANA LUZ: ¿Quién te lastimó?
CATINGA: Fueron Rancul y Cayupán, los magos jabalíes. Sandunga los envió a castigarme porque aún no has aceptado ser Bruja Mayor.
ANA LUZ: ¡No puede ser! Aún no se ha cumplido el plazo. ¿Por qué actúa así?
CATINGA: Deberías saber que nosotras no tenemos palabra de honor. ¿Qué vale para una hechicera una promesa? Siempre decimos una cosa y hacemos otra.
ANA LUZ: Con sentimiento de culpa. Pero, mamá, yo no sabía.
CATINGA: Enojada. Mira el sufrimiento que padezco por tu culpa. No tienes piedad de mí ni de tu padre. Llora.
          Ana Luz abraza a Catinga y procura consolarla. Entra Cabalango, tambaleándose por la borrachera. También está herido y trae en sus manos una tinaja de aguardiente.
CABALANGO: ¿Te sientes feliz, hija mía? Mira cómo nos han dejado. ¡Míranos bien!
ANA LUZ: Papá, ¿por qué me hablas de ese modo?
CABALANGO: ¿No sientes vergüenza por lo que nos ha ocurrido?
ANA LUZ: No, no siento vergüenza sino pena. Pena por todos nosotros.
CABALANGO: Si aceptas la propuesta de Sandunga serás, después de ella, la Bruja Mayor más poderosa de estas montañas. La gente nos ofrecerá regalos y nadie se atreverá a tocarnos.
CATINGA: Cabalango, déjala en paz. Estás completamente borracho.
CABALANGO: Hemos recibido una paliza por su culpa, ¿y no quieres que le haga nada?
CATINGA: De mal humor. Vete a dormir, desvergonzado.
          Cabalango se dirige al interior de la cueva pero, rápidamente, Ana Luz se le interpone.
ANA LUZ: ¿Dónde está?
CABALANGO: ¿Qué?
ANA LUZ: ¿Dónde está el alambique donde preparas el aguardiente?
CABALANGO: Allá, detrás de aquellas rocas.
ANA LUZ: Está bien, papá. Ahora vete a dormir. Ya que me pides decisiones, esta misma noche tomaré la primera: destruiré ese maldito laboratorio.
CABALANGO: Desesperado, ridículo por su borrachera. Espera, hijita, te prometo que beberé sólo un trago cada noche. Aguarda, no lo hagas, por favor…
ANA LUZ: Lo siento, papá, a partir de este momento todos empezaremos a cambiar.
          Cabizbajo, Cabalango entra a la cueva. Ana Luz sale y de inmediato se escucha el ruido de vasijas y vidrios rotos. Regresa, abraza a Catinga, le acomoda su ropa y sus cabellos con cariño.

Escena 23. EN EL NOMBRE DE LA LUZ.
          Valle del Silencio.  Ana Luz, sentada, pensativa. Canto de pájaros. Ruido del agua de un arroyo. Comienzan a escucharse las voces celestiales, el balido y el cencerro de Cabana.
ANA LUZ: Entusiasmada. Es Cabana, la Cabra Invisible.
          Comienza un juego entre la búsqueda que hace Ana Luz y el sonido del cencerro. Cuando Ana Luz se aproxima a un lugar, no encuentra nada. De nuevo el sonido. Sigue la búsqueda. Imprevistamente se encuentra en la Cueva de Catanga. Todo está en completo desorden. Golpeada y herida se ve sobre el piso a la Bruja Solitaria.
ANA LUZ: Desesperada. Catanga, ¿qué ha ocurrido? ¿Estás herida!
CATANGA: Sí. Sandunga descubrió mi refugio y envío a sus carniceros a matarme.
ANA LUZ: También Rancul y Cayupán golpearon a mis padres.
CATANGA: La Bruja Suprema ha comenzado a reclamar tu decisión,  hijita. Mientras tanto  Ana Luz cura las heridas de Catanga.
ANA LUZ: Pero no se lo permitiremos, ¿verdad?
CATANGA: Eso dependerá de ti, mi pequeña guerrera. Es tu problema. Yo he cumplido ya más de doscientos años y tengo un cuerpo débil y viejo. ¿Qué podría hacer contra esas bestias?
ANA LUZ: ¿Te sientes mejor?
CATANGA: Sí, gracias. En realidad la culpa ha sido mía por haberme confiado. Pausa. Por favor, Ana Luz, alcánzame aquel frasco con ungüento. Ana Luz trae el frasco y Catanga se fricciona el cuerpo.
ANA LUZ: Catanga, tú y Sandunga son igualmente poderosas. Sin embargo hacen cosas totalmente diferentes. ¿Por qué?
CATANGA: La clave consiste en saber cuál es la verdadera luz y cuál es la oscuridad auténtica. A veces hacemos las cosas al revés creyendo que las hacemos al derecho. ¿Entiendes?
ANA LUZ: Sí.
CATANGA: Entonces, confía en mí. Para librarte de Sandunga tienes que estar preparada ya que tendrás que luchar completamente sola.
ANA LUZ: Aprenderé todo cuanto quieras enseñarme pero no me iré antes de verte a salvo.
CATANGA: No te preocupes, antes de dos horas estaré bien. Tu tiempo se cumple y tienes que partir.
ANA LUZ: Los magos jabalíes pueden volver. ¡Es peligroso!
CATANGA: Estaré tan oculta que aunque pasen junto a mí no me verán.
ANA LUZ: ¿Quieres decir que puedes hacerte invisible?
CATANGA:        Aunque no lo creas, sí, puedo hacerlo.
ANA LUZ: Pero, entonces, ¿cómo pudieran sorprenderte?
CATANGA: Cometí un error que hasta los grandes brujos de la luz pagan  muy caro: Subestimé a mi enemiga. Aprende mi lección.
 Ana luz hace señales afirmativas con su cabeza. Se escucha el balido de la cabra y el cencerro de plata. Catanga y la niña observan hacia el lugar donde suponen está Cabana.

Escena 24. LA LECHE DE CABANA
CATANGA: Señala un punto invisible. Es Cabana, Espíritu Protector de los mundos superiores. Ya la conoces.
ANA LUZ: Sí, la recuerdo muy bien. El sonido de su campanilla me guió hasta aquí.
VOZ DE CABANA: La leche de mis ubres ha vigorizado tu vocación, haciendo más fuerte tu inclinación por la libertad. La primera vez caíste en un profundo sueño porque tu cuerpo no estaba acostumbrado a ese luminoso alimento que viene del cielo. Ahora beberás nuevamente, por última vez. Si en verdad quieres ser libre, adquirirás una fuerza invencible y de tus manos surgirá en la lucha un poder impresionante. Pero te advierto, Ana Luz, si eres una niña mentirosa y cruel, una brujita perversa que pretende burlarse de nosotras, al beber esta leche de luz te transformarás en una piedra hasta el final de los tiempos. ¿Deseas arriesgarte?
ANA LUZ: Decidida. Sí, ahora mismo.
VOZ DE CABANA: Entonces, toma esa escudilla de madera y acércate. Extiende, con cuidado, tus manos hasta tocarme.
          Ana Luz va dibujando con sus manos el contorno de Cabana. Primero los cuerpos, el cuello, el lomo, las patas y luego ubica sus manos en el lugar de las ubres. Aprieta varias veces mientras se escucha el ruido de la leche al caer en la escudilla. Pausa. Ana luz se dispone a beber.
VOZ DE CABANA: Bebe y que los Dioses de la Luz te bendigan.
          Ana Luz bebe un largo sorbo. Deja la escudilla en el piso. Hay un momento de indecisión. Luego se cuerpo se recupera y comienza a girar y danzar con alegría.
VOZ DE CABANA: Has vencido.
          El sonido del cencerro se va alejando. Pausa.
CATANGA: Estaba segura que lo lograrías. Ahora voy a revelarte los tres secretos prometidos, pero antes cubriré este lugar para que nadie pueda oírme. Catanga describe con sus manos un círculo sobre ella y Ana Luz. Deranga banga buturú. Cóngoro urunda bulú Ana Luz em Catanga. Esto quiere decir: la sombra del silencio cubra el sonido de las palabras secretas que Catanga dirá a Ana Luz.
          Catanga susurra el oído de Ana Luz palabras inaudibles. Pausa.

Escena 25. LA CUEVA DE LOS SUEÑOS.
           La Cueva de los Sueños. En toda la escena Ana Luz se desplaza siguiendo la voz de Catanga. Escenario en penumbras.
VOZ DE CATANGA: Recuerda mis instrucciones, Ana Luz, porque el viaje es tan importante como peligroso. Pausa. Allá, donde termina el Valle del Silencio, ubicarás una extraña formación de rocas. Esa es la Torre Negra que usarás como punto de referencia. Pausa. Hace un intenso calor. La luz va aumentando lentamente. Ana Luz bebe agua de un recipiente que lleva en el bolso. Se seca el sudor con un pañuelo. Avanza con cuidado y busca un pequeño bosque de algarrobo. Verás pasar un conejo; luego, en dirección contraria, una lagartija verde. Esa será la señal de que te encuentras frente a la entrada de la Cueva de los Sueños. Ana Luz descubre la entrada y comienza a avanzar, agazapada, tanteando en la oscuridad. Avanza con cuidado porque la oscuridad es allí completa. Muévete con cuidado, lentamente. En la mitad de la cueva hay un pequeño jardín donde crece una planta maravillosa. Cuando llegues quédate quieta y observa atentamente. Pausa. En la roca existe una delgada perforación por donde penetra la luz del mediodía. Ana Luz mira hacia arriba. El chorro de luz durará apenas un instante, el suficiente para que arranques rápidamente un puñado de flores de la Manzanilla del Olvido. Luego, no te detengas ni un momento. Los espíritus que habitan el Mundo de los Sueños tratarán de atraparte. Si no logras salir a tiempo quedarás encerrada para siempre en ese espantoso lugar.
          Ana Luz aguarda arrodillada. Repentinamente, una intensa luz ilumina el pequeño jardín. Corta un puñado de flores y en segundos se apaga la luz. Se escuchan voces, llantos, gritos en una gran confusión. Jadeos, suspiros, risas histéricas. Ana Luz empieza a salir, avanza, retrocede, se equivoca una y otra vez hasta que finalmente sale a la luz del resplandeciente día. Abre su bolso y verifica que tiene las flores de manzanilla. Saca el recipiente y bebe un sorbo de agua. Luego, con paso firme, comienza a correr.

Escena 26. SANDUNGA CONVOCA A LOS MALOS ESPÍRITUS.
          Cueva de Sandunga. Sandunga sale, imponente, de su caverna. Aspira el aire de la noche. A su lado, una lechuza se transforma en Chimbalanga y un puma en Caleufú. La comunidad de brujos va ingresando al Socavón de los Lamentos. Se escuchan voces, sonidos y gritos que identifican al grupo.
CHIMBALANGA: A Sandunga. Creo que han venido todos, bruja Sandunga.
SANDUNGA: Irritada. ¿Cómo afirmas eso, estúpida Chimbalanga? ¿No ves que todavía no han llegado Catinga y Cabalango? Impaciente. No entiendo por qué se han demorado.
CHIMBALANGA: Señala con su mano un lugar distante. ¡Oh, mira!
SANDUNGA: Una pequeña luz se enciende a lo lejos. ¡Maldición! Esa niña ha colmado mi paciencia. Miren lo que ha hecho: ha rodeado la cueva de sus padres con un círculo de luz.
CORO DE BRUJOS. Asombrados y atemorizados. Oh, oh, oh.
SANDUNGA: Juro por los dioses del mal que Ana Luz no escapará a mi venganza.
          Los brujos se muestran agresivos.
HUCHULA: ¿Ollantaj pirisqui sumay!
HUIÑAJ: Mueran los brujos traidores.
BOMBO: Destruyamos a esa maldita niña.
CULUOLÚ: Deseamos escuchar sus llantos y súplicas.
CARAGUATÁ: Verla de rodillas pidiendo perdón.
CONGO: Arrastrarse y beber el trinkin venenoso.
CARRILOBO: Mueran Cabalango y Catinga. Vamos por ellos.
SANDUNGA: ¡Silencio! Aguarden un momento. Seamos precavidos y esperemos una mejor oportunidad. Ellos también son brujos y sabrán defenderse.
HUCHULA: Será lo que tú ordenes, Bruja Sandunga.
CORO DE BRUJOS: Sí, sí, sí.
SANDUNGA: Estas son mis instrucciones. Que cada uno busque un lugar donde ocultarse o cave su propia madriguera. ¡Cuidado con la luz del sol! Quien sea atrapado se convertirá en cenizas. ¿Está claro, imbéciles?
CORO DE BRUJOS       : Gudalupa pamba chigasta.
SANDUNGA: Así es, la luz del día transforma y destruye. Cuando llegue la noche de nuestra venganza, Chimbalanga y Caleufú les transmitirán mis órdenes. Solo acudirán los Brujos Mayores, aquellos que practican con perfección las tretas y trucos del mal. Los demás aguardarán en sus cuevas y no saldrán sin mi permiso. ¿Escucharon, apestosos idiotas?
CORO DE BRUJOS: Inclinándose en señal de sumisión. Sí, sí, sí.
BOMBO: Bruja Sandunga, déjame ir contigo. Odio a Ana Luz con todo mi corazón. Sólo deseo arrancarle los ojos con mis manos.
CONGO: Yo también quiero ir, Bruja Sandunga. Bombo y yo sabemos cómo tratar a esa maldita rebelde.
SANDUNGA: Empujándolos con desprecio. Ustedes dos jamás serán brujos de verdad porque son inútiles, tontos e ignorantes. Caminen a su cueva si no quieren que los transforme en sucios gusanos.
          Congo y Bombo salen, avergonzados y temerosos. Los brujos van dispersándose solos o en familia, haciendo comentarios. Solamente quedan con Sandunga Chimbalanga y Caleufú.
SANDUNGA: Voy a practicar mis maldiciones nocturnas. Luego dormiré algunas horas. Vigilen mi sueño y no confíen en nadie. ¿Entienden? ¡En nadie!  Bamba Ananda.
CALEUFÚ: Bamba Ananda.
CHIMBALANGA: Bamba Ananda, Bruja Sandunga.
          Sandunga entra a su cueva. Caleufú y Chimbalanga se transforman sn puma y lechuza, respectivamente. Permanecen en silencio, vigilantes.

Escena 27. ANA LUZ RECIBE EL PODER DE CATANGA.
          Valle del Silencio. Canto de pájaros. Luz del mediodía. Ana Luz juega, corta flores, danza suavemente.
VOZ DE CATANGA: Cantando. Sólo la flor que crece en las montañas…
ANA LUZ: Gratamente sorprendida. ¡Catanga!  Entra la Bruja Solitaria.
CATANGA: ¡Bendito sea el cielo,  mi pequeña Ana Luz! ¡Esto sí que no me lo esperaba!
ANA LUZ: ¡Hola, Catanga! Eres una viejita maravillosa, pero no sabes mentir.
CATANGA: Fingiendo sorpresa. ¡Eh! ¿Cómo es eso?
ANA LUZ: No es necesario que finjas. Siempre sabes en donde encontrarme. Anunciaste mi nacimiento y salvaste dos veces mi vida. Después me transformarte en hija de la luz. Y ahora…
CATANGA: Aprendes rápido, Ana Luz, pero recuerda que no es fácil conocer el futuro.
ANA LUZ: Te agradezco que hayas venido, no sabes cuánto necesitaba verte. Pausa. Se miran con intenso afecto.
ANA LUZ: Mañana es el día.
CATANGA: Así es, mi pequeña guerrera. Mañana será el día decisivo.
ANA LUZ: Sabes que cumpliré quince años de edad.
CATANGA: Lo sé. ¿Cómo podría haberme olvidado?
ANA LUZ: Sabes, también, que pronto me iré de las montañas mágicas.
CATANGA: Siempre supe que sería así.
ANA LUZ: ¿Por qué no vienes con nosotros? Estoy segura de que mis padres aprenderán a quererte.
CATANGA: No, Ana Luz. Es imposible. No es ese mi destino.
ANA LUZ: ¿Por qué? ¿Acaso no deseas irte?
CATANGA: Escucha, hijita. Sabes que soy muy vieja, pero aún así espero permanecer en estas serranías por mucho tiempo.
ANA LUZ: No entiendo. ¿Qué es lo que te retiene?
CATANGA: Siempre hubo y habrá por aquí magos y hechiceras y brujas. Mientras haya luz en el mundo también habrá oscuridad.
ANA LUZ: ¿Y eso qué significa?
CATANGA: Quiero decir que, aproximadamente, cada cincuenta años, nace en algún hogar de brujos un niño o una niña semejante a ti. ¿Qué sería de ellos si alguien como yo no estuviera en este lugar?, ¿comprendes?
ANA LUZ: Con tristeza. Sí, Catanga. Pausa. Eso significa que nunca volveré a verte.
CATANGA: No te anticipes y recuerda esto: cuando vivas en Covadonga, de vez en cuando verás pasar a una anciana montada en un burro vendiendo yuyos y medicinas de las sierras. Si algún día hablas con ella tal vez me reconocerás. Más no puedo decirte.
ANA LUZ: Pero es que yo…
CATANGA: Ahora debes ir con tus padres. Despiértalos y muéstrales la luz del sol para que inicien contigo una nueva vida.
ANA LUZ: Eso haré, Catanga.
CATANGA: ¿Lucharás hasta el fin?
ANA LUZ: Con todas mis fuerzas.
          Catanga besa a Ana Luz. Se miran en silencio.
CATANGA: Antes de separarnos te daré, como te había prometido, parte de mi poder.
          Catanga y Ana Luz extienden sus manos y se tocan apenas con sus palmas. Se produce un repentino oscurecimiento, el sonido de un trueno y el relampaguear de luces. Pausa.
CATANGA: En un momento el calor que está quemando tu cuerpo, desaparecerá. Junto a la sustancia de la leche de la Cabra Invisible que está en tu cuerpo, he depositado el poder de la divina luz que a través de mí viene del Otro Lado de la Realidad.
ANA LUZ: Me siento bien, mejor que nunca. Gracias, Catanga.
CATANGA: Mucha suerte y no retrocedas. Jamás.
ANA LUZ: Adiós, Catanga. Sale Catanga. Pausa. Hoy es el maravilloso día en que mis padres verán por primera vez la luz del sol.

Escena 28. SALGAN DE LA OSCURIDAD.
          Cueva de Catinga y Cabalango. Ana Luz hace un ademán frente a la cueva donde duermen sus padres. Se enciende una luz intensa.
ANA LUZ: Con fuertes voces. ¡Mamá! ¡Papá! ¡Despierten!
          Catinga y Cabalango se asoman, completamente sobresaltados, cubriéndose los ojos con las manos, gimiendo, temblando de miedo.
ANA LUZ: ¡Salgan de la oscuridad! Vengan, conmigo.
CATINGA: Suplicando. Por favor, Ana Luz, no podemos resistir  esa claridad. Cierra la entrada de la cueva.
CABALANGO: ¿Qué estás haciendo, hija? ¿Quieres matar a tus padres?
CATINGA: Déjanos vivir en la oscuridad donde hemos nacido. Llora. No nos hagas daño.
ANA LUZ: Con voz firme. No se detengan, caminen, salgan de la oscuridad.
CATINGA: Por favor…por favor…
ANA LUZ: ¡Salgan de esa horrible oscuridad! La luz no hace daño.
CABALANGO: Desde niños siempre nos dijeron que el sol mata a los brujos. Pero ahora…indeciso…no sé qué decir. Estoy confundido.
          Catinga y Cabalango, abrazados, cubriéndose los ojos, avanzan lentamente hacia Ana Luz, abriendo lentamente sus ojos.
ANA LUZ: Vengan hacia mí, tomen mis manos.
          Catinga y Cabalango avanzan, se detienen, se aproximan a Ana Luz hasta que finalmente los tres se abrazan y sollozan de alegría.

Escena 20. PREPARACIÓN PARA EL COMBATE.
          Las montañas mágicas. Luz del día. Ana Luz arregla su ropa y se peina mientras recuerda las instrucciones de Catanga.
VOZ DE CATANGA: Recuerda, Ana Luz que el error de un brujo es no saber cuál es la verdadera oscuridad y cuál la verdadera luz. Debes permanecer alerta porque hoy se producirá un fenómeno celeste que los seres humanos llaman eclipse de sol. Cuando se produzca aparecerán tinieblas donde estaba la luz y luz donde estaban las tinieblas. Tu oportunidad durará apenas pocos minutos. Prepárate, porque está llegando el momento de la Batalla del Día del Eclipse. Sigue atentamente el recorrido del Sol y de la Luna. Concéntrate, multiplica el poder de tu mente y de tu corazón.
          Ana Luz observa la aproximación del sol y de la luna. Comienza el eclipse, disminuye la luz. Se escucha el canto del Gallo del Diablo. Aumenta la oscuridad.

Escena 30. LA BATALLA DEL DÍA DEL ECLIPSE.
          Las Montañas Mágicas. Violentamente aparece Sandunga. Detrás de ella Chimbalanga y Caleufú, atraídos por la oscuridad.
SANDUNGA: Mirando el cielo. ¡Qué extraño color tiene la luna! Algo malo está sucediendo. ¿Qué dices tú,  Chimbalanga?
CHIMBALANGA: No tengo dudas, Bruja Sandunga, es plena noche. La luna ha cambiado de color pero el mundo está a oscuras.
CALEUFÚ: Es verdad, Bruja Sandunga. Escucha. Pausa. Voces y gritos que se aproximan.  Nuestros hermanos también han despertado.
          Sandunga se pasea nerviosa. Los brujos van entrando a escena. Se escuchan ruidos, gemidos y chanzas. Repentinamente, en un plano más alto, aparece la figura iluminada de Ana Luz.
ANA LUZ: Bruja Sandunga, escucha lo que voy a decirte.
SANDUNGA: ¿Qué significa esto? ¿Cómo te atreves, maldita criatura, a hablarme de ese modo?
ANA LUZ: Vengo a anunciarte, bruja soberana de los malos espíritus, que he tomado una decisión.
          Sandunga brinca, llena de furia. Los demás brujos se arremolinan detrás de ella, atemorizados.
SANDUNGA: Te perdonaré si me dices que estás arrepentida. Júrame  que reniegas de la luz y que te entregarás a la noche perpetua de la brujería.
ANA LUZ: ¿Me tomas por una estúpida? ¿Crees que todo cuanto aprendí sólo servirá para que me someta a tu esclavitud?
SANDUNGA: ¿Eso significa que deseas enfrentarme, miserable Ana Luz?
ANA LUZ: Sí. Tú lo has dicho. Te desobedezco y desafío a una batalla de poder en la cual una de nosotras triunfará.
SANDUNGA: Está bien, desgraciada. Tú lo has querido. Ahora sabrás lo que es la violencia.
          Ana Luz desciende y enfrenta a Sandunga. Esta, poco a poco, en actitud de repliegue, va dejando avanzar a los brujos en posición de combate para que enfrenten a Ana Luz y observa, protegida por Chimbalanga y Caleufú. Los brujos empiezan a danzar en lucha contra Ana Luz. Con polvos luminosos que la niña les arroja los va  destruyendo uno a uno. Los atacantes caen, unos tras otros y van saliendo de plano hasta que sólo quedan Sandunga, Chimbalanga y Caleufú. Ana Luz los espera para reanudar el combate.
SANDUNGA: ¡Caleufú! ¡Chimbalanga! ¡Arránquenle los ojos!
          Los guardianes se enfrentan a Ana Luz. Cuando son derrotados, Sandunga se prepara, arroja su manto a un costado y ataca con gesto feroz. La batalla de poder concluye cuando ante una de las aproximaciones de Ana Luz, Sandunga se desploma dando un espantoso alarido. Pausa. El eclipse va concluyendo. Aumenta la claridad.
ANA LUZ: Levanta sus brazos al cielo. Danza con intensa alegría. ¡Soy libre! ¡Soy libre! Sale.

Escena 31. LA HEREDERA DE SANDUNGA.
          Pausa. Caminando en puntas de pie y mirando a todos lados para no ser sorprendida, entra una brujita, alta, delgada, de pelo largo y rojo. Busca en el escenario de la batalla hasta que da con el manto de  Sandunga, lo toca apenas, retira su mano con temor, vuelve a tocarlo y finalmente se lo prueba. Hace gestos soberbios imitando los movimientos de la Bruja Suprema. Sale corriendo.

Escena 32. TÉ DE MANZANILLA DEL OLVIDO.
          Cueva de Catinga y Cabalango. Luz del día. Ana Luz echa pétalos de la Manzanilla del Olvido en un recipiente. Pone sobre la mesa tres tazones de barro. Catinga  y Cabalango, con ropas humanas, están terminando de vestirse.
ANA LUZ: Antes de partir tomaremos una taza de té.
CATINGA: Sí, hijita, como tú digas, pero antes ayúdame con este vestido. ¿Te gusta como luce?
ANA LUZ: Te ves como una señora bella y elegante.
CATINGA: ¡Oh! ¿Es verdad que me veo más hermosa? ¿No lo dices solo por complacerme?
ANA LUZ: Siempre fuiste para mí la más maravillosa de las madres.
CATINGA: ¡Qué generosa eres! Ojalá tu padre pensara lo mismo.
CABALANGO: Estoy de acuerdo con Ana Luz. Nunca te he visto más encantadora que hoy.
CATINGA: ¡Oh, Cabalango! Gracias. Tú también te ves muy guapo con ese traje azul y la corbata roja. Por favor, alcánzame el agua de rosas. Voy a perfumarme.
          Cabalango entrega a Catinga un frasco con perfume Se limpia los zapatos con un trapo. Ana Luz sirve en los tazones.
ANA LUZ: El té está servido.
CATINGA: Aguarda un momento.
CABALANGO: Termino en un instante. Ya voy.
          Los tres se sientan muy juntos. Ana Luz entrega un tazón de té a sus padres. Toma otro en sus manos. Pausa.
ANA LUZ: Mamá. Papá. Este es un té hecho con pétalos de la Manzanilla del Olvido. Cuando lo hayamos bebido sólo recordaremos que somos Catinga, Cabalango y Ana Luz. Después de partir ya no recordaremos por qué hemos vivido en estas montañas. Quedarán atrás, para siempre, los años de dolor, de ignorancia, de sufrimiento. Una nueva vida nos espera.
          Beben los tres al mismo tiempo y luego arrojan los tazones, haciéndolos pedazos. Toman los bultos que habían estado preparando. Salen Catinga y Cabalango. Detrás de ellos, Ana Luz, que vuelve su rostro para ver por última vez el paisaje. Salen. Pausa. Se escuchan las voces celestiales, el balido de una cabra y el repiqueteo del cencerro de plata de Cabana.
VOZ DE CATANGA: Cantando.

Solo la flor que crece en las montañas
Puede llevar al valle su fragancia.
Cuando muere la flor queda el perfume,
Y si el aroma perdura la semilla está a salvo.

TELÓN


*


¡AHÍ VIENEN LAS GITANAS!
Obra en un acto
Para actores, títeres o marionetas


PERSONAJES

Juan
Pablito
Zulma
Zoraida
Zulema
Vendedor de lotería
Anciana
Señora embarazada
Ejecutivo

          Calle de un pueblo o ciudad. Juan y Pablito llevan uniformes y mochilas escolares. Caminan sin apuro mientras patean un tarrito vacío.

PABLITO: Che, Juan, ¿les tenés miedo a las gitanas?
JUAN: Vamos, pero vos qué pensás, ¿Qué soy un cobarde?
PABLITO: Pero una vez vos me dijiste que…
JUAN: Interrumpiéndolo. Haceme el favor, terminala con ese cuento. No soy un nenito que se asusta de cualquier cosa.
PABLITO: Dándole un codazo suave. Entonces, si realmente no te asustan, mirá quiénes vienen hacia aquí.
          Juan mira a un lado y otro pero no ve a nadie.
PABLITO: Orientándolo. Mirá hacia allá.
          Entran tres gitanas. Una es gorda y baja, la otra flaca y alta, y la más pequeña de unos doce años. Juan, sorprendido, no sabe qué hacer.
PABLITO: Ríe. Se muestra divertido. ¿Qué te pasa? Te has puesto pálido.
JUAN: Balbucea. Este…yo…yo no tengo miedo. Ya verás cómo…cómo hablo con ellas. ¿Qué te creés?
          Las gitanas se aproximan. Visten ropas de  diversos colores, aros, pulseras y collares. Las dos mayores llevan pañuelos en la cabeza que identifica a las cíngaras casadas.
ZULMA: Hola, mis buenos mozos. No corran que no pienso comérmelos.
JUAN: Tartamudeando. No…no me gustan…estas cosas. Déjeme, tengo que ir a…a la escuela.
ZULMA: ¡Eh!, muchachito lindo, vení para acá. Mostrame tu mano derecha que voy a decirte la buenaventura.
          Pablito y Zulema, la gitana más pequeña, se miran y hacen gestos de mutua simpatía. Los interrumpe un ciego, vendedor de lotería, que va directamente hacia el grupo. Se apartan para dejarlo pasar.
VENDEDOR DE LOTERÍA: ¡Hoy juega! ¡Me queda el 13! ¡Qué numerazo!
          Juan, venciendo su timidez, extiende su mano derecha. Zulma la toma entre las suyas en la típica actitud de lectura de manos que hacen las gitanas.
ZULMA: Te diré la buena suerte, pero antes tenés que darme tu dinero.
JUAN: Tengo solo unas monedas para comprarme la merienda.
ZULMA: Las gitanas somos gente pobre y vivimos de la caridad de los buenos cristianos. A ver, sacá la plata de tu bolsillo.
          Juan retira su mano, la introduce en el bolsillo de su uniforme y le entrega a Zulma unas monedas.
ZULMA: Está bien, me conformaré con esto. Ahora veamos el futuro.
          Zulma observa atentamente las líneas de la mano de Juan. Todos se aproximan y miran en silencio.
ZULMA: A ver…A ver… Aquí hay algo interesante, muy interesante. ¡Qué curioso! ¿Te gusta el teatro?
JUAN: Sí, bastante. Cada vez que podemos mi papá nos lleva a ver alguna obra.
ZULMA: ¿Te gustaría ser actor?
JUAN: Sorprendido. Bueno, no sé…a lo mejor. Nunca lo había pensado.
ZULMA: Todo está grabado aquí, jovencito, en las líneas de tus manos: tu pasado, tu presente y tu porvenir. Sí, veo claramente que serás actor. ¿Me has entendido? ¡Serás actor!
          Juan no sabe qué responder. Asiente con su cabeza una y otra vez. Una anciana que viene con un bolso de la feria se aproxima y observa.
ZULMA: Sí, señorito. Te acordarás siempre de mí, de este día tan especial. Pausa. Pero aún no me has dicho tu nombre.
JUAN: Juan
ZORAIDA: A Pablito. ¿Y vos?
PABLITO: Me llamo Pablo.
          Pasa un chico vendedor de diarios. Come un sándwich y vocea con la boca llena.
VENDEDOR DE DIARIOS: Diarios…diarios…llegaron los diarios.
ZULMA: Escuchá, Juancito. Escuchá atentamente lo que voy a decirte. Acabás de hacer el mejor negocio de tu vida pues a cambio de unas pocas monedas te he revelado el futuro. ¡Ya lo verás! Un buen día, ¡zás!, imprevistamente, recordarás palabra por palabra esta conversación, sin cambiar una coma.
JUAN. Inquieto. Oiga, ¿qué es lo que trata de decirme?
          Las tres gitanas se ubican frente a los chicos. Una señora embarazada que pasa, se detiene y observa al lado de la anciana.
ZULMA: Recuerden bien esta escena. Yo soy Zulma, esta es Zoraida, mi hermana menor, y esta pequeña es la hermosa Zulema, mi única hija. ¿No les parece un cuadro maravilloso?
PABLITO. Divertido, sin dejar de mirar a Zulema. Quédese tranquila, doña, yo por mi parte no las olvidaré.
          Pasa un elegante ejecutivo con un portafolios. Va a continuar pero la escena le llama la atención. Mira para todos lados procurando que nadie lo reconozca. Se aproxima a la anciana y a la señora embarazada y con un gesto les pregunta qué está ocurriendo. La anciana, desdeñosa, hace un gesto de indiferencia con los hombros. La señora embarazada expresa con gestos que no entiende nada.
ZULMA: A Juan. Como te dije hace un instante, repentinamente, la imagen de estas tres mujeres se te aparecerá, brotará claramente de tu memoria.
JUAN: ¿Cuándo? ¿Dónde?
ZULMA: Sucederá mientras te encuentres actuando en una obra para niños titulada “¡Ahí vienen las gitanas”!, y dirás para vos: ¡diablos!, esta escena ya la he vivido. Conozco a estas gitanas. Pausa. Ya lo verás.
ZORAIDA. Saliendo. Que Dios los bendiga.
ZULMA: Toma a su hija de un brazo. Vamos, Zulema.
          Salen las gitanas. También lo hacen, en distinta dirección, la  mujer embarazada, la anciana (se le cae una fruta del bolso y la recoge), y el ejecutivo que tropieza, en forma ridícula y casi cae. Antes de abandonar la escena Zulema se da vuelta y le sonríe a Pablito. Pausa. Los dos chicos continúan su camino, pensativos, pateando el tarrito.
PABLITO: ¿Y?
JUAN: ¿Y qué?
PABLITO: ¿Qué te parece lo que dijo la gitana? ¿Te gustaría ser actor?
JUAN: Qué sé yo. Todavía soy muy chico para pensar en eso. Irritado. Pero de una cosa sí estoy seguro. Mirá, Pablito, si algún día me dedico al teatro, jamás, pero jamás, ¿entendés?, seré actor en una obra que se llame ¡Ahí vienen las gitanas!
PABLITO: Pone una mano en un hombro de Juan expresándole solidaridad. Tenés razón, hay que estar loco para creer en esas cosas. Burlón. ¡Pero qué se creen estas gitanas! ¿Qué son adivinas?
          Prosiguen su camino pateando el tarrito.


*


TODO ES MÚSICA
Una historia de amor

Obra en un acto para títeres



La escenografía se compone de dos retablos, unidos por un tercer espacio que representa una plaza pública.
 En retablo 1 viven los Troncoso, familia pobre, inculta, compuesta por Rogelio, el padre; Prudencia, la madre, y Federico, el hijo.
En retablo 2 está la residencia de los Aguaribay del Cerro, ricos venidos a menos, familia integrada por Doña Felicitas, la abuela, la señora Amelia, su hija, y Katy, la nieta.
Mientras el público se está acomodando en la sala, se escucha en el primer retablo música de cuartetos y en el otro alguien que estudia piano toca “Para Elisa” de Beethoven.

KATY: Interrumpiendo su clase de piano. ¡Oh, no puede ser! ¡Otra vez ese ruido infernal! ¡Van a volverme loca con esa música.
AMELIA: ¡Hijita!, ¿qué te pasa? ¿Te sentís bien?
KATY: ¿Cómo querés que mi sienta. Escuchá eso. Se quedan escuchando la música de cuartetos.
AMELIA: ¡Pero no puede ser! ¿Qué se creen esos negros? Así no se puede seguir viviendo. Ya vas a escuchar lo que voy a decirles. Asomándose. ¡Eh, oigan! ¿Por qué no me hacen el favor de parar esa música asquerosa?
PRUDENCIA: Con un plumero en la mano. ¿Puedo saber a quién se está dirigiendo, estimada señora?
AMELIA: ¿A quién querés que me dirija, pedazo de imbécil. A vos… Pará esa musiquita si no querés que cruce la calle y te agarre de las mechas…bola de grasa…lechona…
PRUDENCIA: Escuchen a la señora Aguaribay del Cerro, la boquita que tiene. Más bruja será tu madre, ahí tenés.
DOÑA FELICITAS: ¿Bruja? ¿Me dijo usted bruja?
PRUDENCIA: ¿A quién querés que le diga? Andá a quejarte a Magoya, grandísima momia.
DOÑA FELICITAS. ¿Momia me ha dicho?
AMELIA: Si nos sigue insultando llamaré a la policía.
PRUDENCIA: Dale, llamá a la policía, así descubren todo lo que roban en las tiendas. ¡Mecheras! ¡Mecheras!
AMELIA: ¡Negra hedionda!
PRUDENCIA: ¡Guacha! ¡Babosa!
DOÑA FELICITAS: ¡Proletaria! ¡Pititorra! ¡Cartonera!
PRUDENCIA: ¡Vieja lunática! ¡Lengua de víbora!
AMELIA: Andá a lavar los platos, guaranga, y dejá de molestar con esa musiquita barata.
PRUDENCIA: ¿Qué has dicho? ¡Musiquita! Para que sepas, esa música ha sido compuesta por mi hijo Federico. Música del pueblo, mi querida  oligarca, no como esas pavadas que toca tu hija en el piano.
KATY: No se meta con mi piano. ¿Qué se ha creído? ¡Ignorante!
PRUDENCIA: ¡Chiruza! ¡Atorranta! No me faltés el respeto.
KATY: ¡Oh! ¡Oh! Se pone a llorar.
DOÑA FELICITAS: Mire lo que ha hecho, ¡sabandija! A Katy. Venga, mi amor, venga con su abuela.
KATY: Me duele la cabeza, voy a acostarme.
PRUDENCIA: Ya te voy a agarrar a vos.
AMELIA: No voy a ensuciarme las manos con unos cabecitas negras.
PRUDENCIA: Si te encuentro por la calle, vas a ver.
DOÑA FELICITAS: ¡Amelia! ¡Amelia! Empieza la novela.
          La noticia sorprende a todas las mujeres.
PRUDENCIA: ¿La novela de la tarde? Sí, es la hora. Por culpa de esas taradas casi se me pasa.
          En ambos retablos se escucha el fragmento de la misma  telenovela. Pausa prolongada.
          En retablo 2.
FEDERICO: Entrando a su casa. ¡Hola, vieja!
PRUDENCIA: ¡Fede! Se besan.
FEDE: ¿Está lista la cena?
PRUDENCIA: Apenas llegue tu padre, comemos.
FEDE: ¿Qué has preparado?
PRUDENCIA: Puchero, conseguí unos choclos riquísimos.
FEDE: ¿Puchero? ¡Otra vez lo mismo!
PRUDENCIA: ¿Qué querés que haga? Con lo que gana tu padre apena podemos vivir. Ya vendrán tiempos mejores.
FEDE: Escuchame, vieja. ¿Qué pasa que tenés los ojos húmedos? ¿Has estado llorando?
PRUDENCIA: Dejame, no tiene importancia.
FEDE: No me mientas, mamá, ¿qué ha sucedido?
PRUDENCIA: Tuve una agarrada con las de enfrente.
FEDE: ¿No te he dicho mil veces que no te metás con esas caras de culo?
PRUDENCIA: Se lo pasan burlándose de tu música. Me da mucha pena que se rían de nosotros porque somos pobres.
FEDE: Pero, vieja, si esas son unas pulguientas doble apellido. ¿De qué viven? ¿De los recuerdos del pasado? Prometeme que no vas a pelearte nunca más.
PRUDENCIA: Está bien, está bien…
ROGELIO: Entra. Buenas…me lavo las manos y comemos. Estoy hecho pelotas.
PRUDENCIA: Nene, ayudame a poner la mesa.
FEDE: Dejo la guitarra en mi pieza y te ayudo.
          Preparan la mesa y comienzan a cenar. Pausa.
          En R2
AMELIA: Y como dice el doctor Beter Aba, lo mejor es hacer una dieta estricta. Nada de grasas, ni pan, ni fritos, ni…
KAY: Pero, mamá, estoy de acuerdo en no engordar, pero yo quiero comer. Mirame, estoy flaca como un espárrago.
AMELIA: Por hoy comete una zanahoria con un poco de limón, y a dormir que mañana tenés  que madrugar para ir a la escuela.
DOÑA FELICITAS: Yo me tomaré un té de tilo, me leo un capítulo de la Biblia, después a dormir y a soñar cosas maravillosas.
 KATY: Cosas maravillosas como, por ejemplo, soñar con unas ricas milanesas con puré y de postre flan con dulce de leche.
AMELIA: ¡Nena! Me extraña esa falta de educación. No te olvides que nosotras somos los Aguaribay del Cerro: buenos modales, fineza, distinción, alcurnia…
KATY: Mamá, terminala, por favor.
AMELIA: Katy, ¿qué voy a hacer con vos?

          En retablo 1.
ROGELIO: Bueno, me voy a dormir. Hasta mañana, Fede
FEDE: Hasta mañana.
PRUDENCIA: Me ato los ruleros y voy con vos. Besa a Fede.  No olvidés apagar las luces cuando te acostés.
FEDE: Practicaré un poco con la guitarra y después me meto en el sobre. Chao, vieja, hasta mañana.
          Federico toma su guitarra y comienza a tocar. Al principio ejecuta algunos compases del “Cuarteto guarango”, después se detiene un momento y ensaya un nuevo tema, la canción “Una historia de amor”. Mientras Fede toca la guitarra, Katy se asoma al balcón de su casa y escucha en silencio.
FEDE: Termina de tocar y observa a Katy. ¡Ah, sos vos! ¿Qué hacés ahí?
KATY: Estoy escuchándote.
FEDE: Ya veo. Después podés contarle a tu vieja y a tu abuela que estuviste escuchando una pavada. ¡Sos piola!
KATY: ¿Por qué decís eso? ¿Qué te hice yo?
FEDE: Tu familia y la mía se lo pasan peleando. Parecen perros y gatos. Y vos, ¿qué decís?
KATY: ¿Decir? ¿Qué querés que te diga?
FEDE: ¿Te gustó mi canción?
KATY: ¿Es tuya? ¿Vos compusiste la música y escribiste la letra?
FEDE: ¿Querés que te mienta?
KATY: No, no quiero que me mientas.
FEDE: Entonces, ¿te gustó?
KATY: Más o menos. Para serte sincera, me gusta el tema que acabás de tocar…pero la música de cuartetos… ¡y la letra!
FEDE: Es mi música, yo la siento así, es mi cultura. ¡Qué sé yo!
KATY: A mí también me gusta la música…la música clásica…es diferente.
FEDE: Todo es música. Pausa. Los jóvenes se miran en silencio.
KATY: ¿Tenés tiempo? ¿Querés que toque algo para vos en el piano?
FEDE: Dale, me encantaría.
KATY: Voy a tocar “Antiguo romance”, de autor anónimo. Escuchá.
          Katy se sienta al piano y ejecuta la composición. Fede la escucha, embelesado. Cuando Katy termina se hace un prolongado silencio.
KATY: Se hace tarde, me voy a dormir. Hasta mañana.
FEDE: ¿Katy?
KATY: ¿Sí?
FEDE: ¿Podríamos vernos un día de estos? Quiero charlar con vos.
KATY: Me gustaría, pero si mamá o abuela se enteran, me matan. Por ahora no puedo prometerte nada.
FEDE: Está bien, gracias por tu música.
KATY: Gracias a vos.
          En ambos retablos se oscurece. Todos duermen. Pausa prolongada. Amanece. Se escucha la voz de un vendedor de diarios.
VOZ DEL VENDEDOR DE DIARIOS: ¡Diarios! ¡Diarios! Veinte años de cárcel al hombre que robó una gallina. Aumentó el precio de la carne. Subió el pan. Bajó el Ministro de Economía. ¡Diarios!
PRUDENCIA: Sacude con el plumero. Tararea la música del “Cuarteto guarango. ¡Qué hermosa mañana! ¡Dios mío, cómo brilla el sol! Por suerte no cobran impuesto ni a la luz del sol ni al aire.
AMELIA: También está limpiando su casa. Tenés razón, Prudencia. Es una gran suerte, especialmente para vos.
PRUDENCIA: ¿Por qué para mí?
AMELIA: También con esa narizota. Si cobraran impuesto al aire tendrías que pagar el doble.
PRUDENCIA: ¡Qué graciosa!
DOÑA FELICITAS. Tranquilas, vecinas. El día es demasiado hermoso para echarlo a perder. ¿Cómo estás, Prudencia?
PRUDENCIA: Mejor que ayer, pero peor que mañana.
AMELIA: ¡Qué optimismo! ¿A qué se debe? ¿Se sacaron la lotería?
PRUDENCIA: Que Dios te oiga. Lo que pasa es que anoche tuve un sueño maravilloso.
DOÑA FELICITAS: ¡No me diga!
PRUDENCIA: Soñé que Fede ganaba un concurso en la televisión.
AMELIA: ¿Un concurso de qué?
PRUDENCIA: Un concurso de música, de música popular. Premio a la mejor canción del año.
AMELIA: ¡Pero eso no es música! ¿Cómo podés estar orgullosa? ¡Música popular! ¡Qué mamarracho!
PRUDENCIA: Mamarracho será tu madre.
DOÑA FELICITAS: ¡Oh, qué maldad, qué villanía! ¿Cómo puede decirme mamarracho? ¡So puerca!
PRUDENCIA: Callate, chancha repugnante. ¡Calzonuda!
AMELIA: Zaparrastrosa, estrafalaria, desaseada.
PRUDENCIA: Escuchen a las plutocráticas, ricachonas, opulentas…Si ustedes son un par de piojos muertos de hambre. Andá a besarle la cola a los monos del zoológico. ¡Pulguienta!
DOÑA FELICITAS: La voy a demandar a la justicia. ¡Qué se ha creído! ¡Ridícula! ¡Bufona!
AMELIA: Déjela, mamá, con los negros no se puede tratar. Eso me pasa por ser tan buena vecina. Yo les doy la mano y ellos me agarran el codo. ¡Negrazones! ¡Juntacartones!
PRUDENCIA: A mucha honra.
AMELIA: Sí, Juntacartones. Eso es lo que hace tu marido. ¿Vas a negarlo?
PRUDENCIA: Es un trabajo como cualquier otro. Rogelio junta papeles pero no roba como algunas que yo conozco.
DOÑA FELICITAS: ¡Oh, si mi difunto esposo el coronel Aguaribay del Cerro viviera, se volvería a morir de vergüenza!
PRUDENCIA: Sí, de vergüenza por ser pariente de ustedes.
FEDE: Entra. Vieja, otra vez peleando. ¿Qué pasa ahora?
AMELIA: Miren quién llegó, el Mozart de nuestro barrio.
PRUDENCIA: Vos con mi hijo no te metás, ¿escuchaste, zorra?
AMELIA: La madre del genio, escuchen…escuchen…
FEDE: Por favor, déjense de joder. Todos los días con la misma historia. ¿No tienen otra cosa que hacer?
AMELIA: ¿Sabe qué pasa, joven compositor? Que entre ustedes y nosotras hay una diferencia muy grande. ¿Quiénes son ustedes? ¡Los Troncoso! Ja, ja, ja. ¿Y eso? ¿Ese es un apellido? ¡Háganme el favor! Entremos, mamá Felicitas.
PRUDENCIA: Eso, desaparezcan, no vaya a ser que se contagien.
AMELIA: ¿Contagio? ¡Eso es! ¡Eso es! Esa es la palabra. No quiero que Katy se contagie, así que vos, Fede, ni se ocurra acercarte  a mi hija porque te doy a denunciar, te voy a acusar, te voy a…
PRUDENCIA: Andá a coserte la jeta, bosta de vaca.
FEDE: Vieja, basta, por favor.
          Todos desaparecen de escena. Se escucha al piano la música de “Romance antiguo”. Pausa. En un rincón de la plaza Katy está leyendo un libro. Entra Fede. Por un momento no atinan a decir palabra alguna.
FEDE: ¡Hola!
KATY: ¿Qué hacés acá?
FEDE: Es una plaza pública, tengo derecho para estar aquí como cualquiera.
KATY: Está bien, no te estoy provocando.
FEDE: Yo tampoco quiero molestarte. Estoy podrido de tantas peleas, de tantos insultos.
KATY: ¿Querías hablar conmigo? Eso dijiste las otras noches.
FEDE: Sí. Me gustaría decirte algunas cosas, pero tengo miedo de que te burlés de mí.
KATY: ¿Burlarme? ¿Pero vos estás loco? ¿Por qué haría eso?
FEDE: Porque soy pobre, porque apenas tengo ropa que ponerme.
KATY: Yo tampoco soy rica.
FEDE: Sí, pero vos sos menos pobre que yo.
KATY: ¿Cuál sería la diferencia?
FEDE: Eso pregunto yo, ¿cuál es la diferencia entre vos y yo?
KATY: Nos gusta la música. A mí la música clásica, y a vos la popular.
FEDE: Todo es música.
KATY: Está bien, todo es música. ¿Qué querías decirme?
FEDE: Quiero decirte que te amo. Que estoy enamorado de vos.
KATY: ¡Fede!
FEDE: Te he amado en silencio desde que éramos chicos.
KATY: Eso es imposible. Eso no puede ser.
FEDE: ¿Por qué? ¡Quién lo impedirá?
KATY: ¿Quién? Mi mamá, mi abuela, los abogados de la familia. Además, nunca habíamos hablado del tema.
FEDE: Hemos conversado a través de la música.
KATY: Eso no es suficiente.
FEDE: Para mí, sí. Es suficiente con decirte que te amo, que estoy loco por vos.
KATY: Yo también te quiero, pero como un buen amigo, como…
FEDE: ¿Cómo qué?
KATY: Por favor, olvidemos esta fantasía. ¡Si mamá se enterara de que estoy aquí!
          En retablo 2.
AMELIA: Mamá, ¿dónde está Katy?
DOÑA FELICITAS: Salió hace un momento. Fue a dar una vuelta a la plaza.
AMELIA: A la plaza, ¿a esta hora? ¡Qué raro! Voy a buscarla. Sale.
FEDE: Esta noche, antes de que te acostés, quiero cantarte mi canción. ¿La escucharás?
KATY: No sé, no te prometo nada.
          Amelia se asoma, espiándolos.
FEDE: Ahora que te dije lo que siento por vos me siento más feliz que nunca. Katy, ¡te amo!
KATY: Adiós, Fede.
AMELIA: ¡Qué vergüenza! Jamás pensé que ese negro hediondo iba a enamorarse de mi hija. Pero ya verán de lo que soy capaz. Llamaré por teléfono a mi abogado. Disca un número. Pausa. Hola, doctor Rascalajeta? Necesito hablar con usted por un asunto de familia. Es urgente. ¿Sí? Muy bien, mañana mismo iré a su estudio.
KATY: Entra. Mamá, quiero hablar con vos.
AMELIA: Yo también quiero hablar con vos, pero ahora mismo te vas derechito a tu habitación y te quedas ahí hasta que yo ordene lo contrario. ¿Entendiste, mocosa?
KATY: Pero, mamá…
AMELIA: Sos una mala hija. ¡Fuera de mi vista!
          Sale Katy y detrás su madre, amenazándola con grandes ademanes.
Larga pausa. Es de noche. Se escucha el canto de los grillos. Aparece Fede y comienza a tocar la guitarra y cantar “Una historia de amor”. Aparece Katy y escucha en silencio hasta que Fede termina de tocar.
FEDE: ¿Te gustó?
KATY: Bastante.
FEDE: La compuse pensando en vos. Es tu canción. Se llama “Una historia de amor”-
KATY: ¿En serio? ¿La escribiste pensando en mí?
FEDE: Te lo juro. Ya te dije que estoy loco de amor por vos.
KATY: Eso no es bueno. Creo que mamá sospecha que nos estamos viendo. Tengo  miedo.
FEDE: Vayamos a la plaza. Allí podremos conversar tranquilos.
KATY: Por favor, Fede. No puedo ir. Escondete, viene alguien.
          Federico se retira. Entra Amelia.
AMELIA: ¿Con quién hablabas?
KATY: ¿Hablar? ¿Yo?
AMELIA: No te hagás la mosquita muerta. Andá a tu pieza. Ya me lo temía. A partir de hoy no te asomaras a la ventana ni saldrás a la calle sin mi compañía o de abuela Felicitas. ¿Has comprendido? Sos una desvergonzada.
KATY: Mamá, tenés que escucharme. Tengo cosas importantes que decirte.
AMELIA: No deseo escuchar una palabra de tu boca. ¡Basta!
          Pausa prolongada. Llega la mañana. Pasa el vendedor de diarios.
VOZ DEL VENDEDOR DE DIARIOS: ¡Diarios! Se escapó de la cárcel el ladrón de gallinas. Doscientos policías lo buscan por todo el país. ¡Diarios! Aumentó el precio de la leche.
ROGELIO: Este sí que será un domingo fabuloso. Morfamos los tallarines y nos vamos a la cancha, ¡eh!, Federico. ¿Vamos juntos?
FEDE: No sé, viejo, no tengo muchas ganas.
PRUDENCIA: Me parece que tu hijo se ha enamorado, así que por  ahora vas a tener que ir solo a ver el partido.
FEDE: En serio, mamá, tengo algunas cosas importantes que hacer.
ROGELIO: ¿Tenés novia? ¿Ese es el problema?
FEDE: ¿Novia? No, no es mi novia. Es una amiga, nada más.
PRUDENCIA: ¡Una amiga! Así empiezan todos los hombres, así empezó tu padre cuando se enamoró de mí. ¿Te acordás, viejo?
ROGELIO: Vaya si mi acuerdo. Pausa. Fede, por lo menos decinos el nombre de tu novia. ¿La conocemos?
FEDE: Sí, pero si les digo su nombre me parece que se va a armar un despelote.
PRUDENCIA: ¿Despelote, dijiste? ¿Porque mi hijo está enamorado?
FEDE: ¿Saben de quién estoy enamorado, locamente enamorado?
PRUDENCIA: Vamos, decinos el nombre.
FEDE: Miren que se va armar la podrida.
PRUDENCIA: Dale, nene.
FEDE: Bueno, ustedes lo quisieron. Se llama Katy.
ROGELIO: ¿La chica que toca el piano en el edificio de enfrente? Pero si la conocemos desde que nació. ¿Katy?
PRUDENCIA: ¿La hija de la tarada esa? ¡No lo puedo creer!
FEDE: Qué vamos a hacerle, la vida es así.
PRUDENCIA: Pero vos, Fede, ¿no sabés que esa chica está muy enferma?
FEDE: ¿Enferma? ¿Qué estás diciendo?
PRUDENCIA: Gravísima.
ROGELIO: No me digás. ¿Qué la pasó?
PRUDENCIA: Ocurre que hace una semana que se niega a comer. Parece que está totalmente desnutrida, hecha un desastre.
FEDE: Con razón, ahora me explico por qué hace tantos días que no la escucho tocar el piano.
PRUDENCIA: No quiero asustarte, Fede, pero esta mañana vino el médico y dijo que la chica…no sé cómo decirte…está muy mal.
FEDE: ¡Maldición! Esas brujas la tienen secuestrada. ¿Qué voy a hacer?
ROGELIO: Tené paciencia, Fede, todo pasa. ¿Por qué no vamos a la cancha? Así te olvidás un poco.
PRUDENCIA: Andá con tu padre, diviértanse.
FEDE: No, gracias. Voy a dar una vuelta por la plaza, tengo que pensar. La cabeza me da vueltas y vueltas…
          En el otro retablo.
DOÑA FELICITAS: Amelia, ¿qué vamos a hacer? El doctor dice que Katy está completamente anémica. No tiene fuerzas ni para hablar.
AMELIA: ¡Qué desgracia! Todo por mi culpa.
DOÑA FELICITAS: No te culpes, es el destino.
AMELIA: Qué destino ni ocho cuartos, mamá. El problema de Katy es un problema de amor. ¿Entiende? ¿Sabe lo que es el amor?
DOÑA FELICITAS: ¡Cómo no voy a saberlo! Tu padre, el coronel Aguaribay del Cerro era todo un señor, un caballero galante.
AMELIA: Sí, era un galán que se enamoró de tu prima Raquel y se fue a vivir a la Patagonia con ella.
DOÑA FELICITAS: ¿Cómo te atreves a insultar la memoria de tu padre?
AMELIA: Por favor, déjeme tranquila. Lo único que ahora me importa  es la salud de Katy. ¿Qué voy a hacer? ¡Dios mío, ayúdame! Pausa.
          Federico entra a la plaza y anda de un lado a otro. Luego se pone a cantar “Una historia de amor”.
KATY: ¡Mamá! ¿Estás ahí?
AMELIA: Sí, mi amor, estoy junto a vos.
KATY: Mamá, creo que voy a morir. Ya no tengo fuerzas para vivir un día más.
DOÑA FELICITAS: Por favor, no digas eso.
AMELIA: Tenés que comer. ¿Por qué sos tan porfiada?
KATY: No me interesa nada, no quiero nada…
          Se escucha la voz de Federico cantando.
AMELIA: ¿Y esa voz? ¿Quién está cantando? ¡Es maravillosa!
KATY: Mamá, ayudame. Voy a levantarme. Es la voz de Fede. Es la canción que escribió para mí. Escucha…escuchá… ¡Qué hermoso! Fede continúa cantando.
AMELIA: ¿Quién es Fede? ¿El muchacho de enfrente?
DOÑA FELICITAS: ¿El hijo de esos gronchos, de esos negros de porquería?
KATY: Sí, abuela, el mismo, el groncho más bueno del mundo. Ahora sé que sin él la vida no tiene sentido.
DOÑA FELICITAS: Pero Katy, nuestro apellido, nuestros antepasados, ¿qué dirá la sociedad?
AMELIA: Mamá, que la sociedad se vaya al carajo.
DOÑA FELICITAS: ¡Amelia, qué boca!
AMELIA: Mamá, cuidá a Katy. Voy hasta la plaza. Sale.
DOÑA FELICITAS: Las vueltas que tiene la vida. Ven, mi amor, tienes que descansar.
          En la plaza  Federico ha terminado de cantar y permanece en silencio. Entra Amelia. Ambos se miran sorprendidos.
AMELIA: Federico, ¿estás ahí?
FEDE: Sí, soy yo. ¿Qué necesita?
AMELIA: Soy la mamá de Katy.
FEDE: ¡No me diga! ¿Puedo saber para qué me busca?
AMELIA: Katy está muy enferma y sólo una persona la puede ayudar.
FEDE: Entonces, ¿qué hace aquí? Vaya y busque a esa persona.
AMELIA: Esa persona sos vos.
FEDE: ¿Yo? ¿El hijo de los Troncoso? ¿Acaso usted y su madre no se han pasado la vida insultando a mi familia?
AMELIA: Tu mamá también nos ha insultado, pero no es de eso de lo que quiero hablarte. Se trata de la vida de Katy.
FEDE: ¿Qué puedo hacer? Dígame.
AMELIA: Por favor, Federico, vení conmigo. Tenés que hablar con Katy.
FEDE: ¿Está segura? ¿No será para burlarse de mí?
AMELIA: Te juro que no. Por favor, vení conmigo. Salen de la plaza.
DOÑA FELICITAS: Sostiene a Katy en sus brazos. Ahí vienen.
AMELIA: Katy, mi amor, mirá quién viene conmigo.
KATY: ¿Fede? ¡No puede ser! ¿Fede?
FEDE: Amor, estoy a tu lado, tenés que vivir.
KATY: ¿Vivir?
FEDE: Tenés que sanarte porque ya nadie impedirá que podamos amarnos.
KATY: Mamá, ¿es verdad? ¿Me ayudarás a ser feliz?
AMELIA: Con toda mi alma.
DOÑA FELICITAS: Yo también estoy de acuerdo, querida mía. Llora.
KATY: ¿No les importa que me case con un negro cuartetero?
AMELIA: No me importa, después de todo a mí también me gusta la música popular.
FEDE: Katy, estoy a punto de abrazarte.
KATY: Se abrazan. Fede, yo también estoy loca de amor por vos.
FEDE: Yo no estoy loco, estoy chiflado por vos.
          En casa de los Troncoso se escucha la música del “Cuarteto guarango”. Prudencia está, como siempre, pasando el plumero.
AMALIA: A los gritos. ¡Prudencia! ¡Prudencia!
PRUDENCIA: ¿Sí? ¿Me hablás a mí?
AMELIA: Prudencia, llamá a tu marido y vengan a casa. Pronto, está ocurriendo un milagro.
PRUDENCIA: Rogelio, vamos a casa de los Aguaribay del Cerro. Fede está con esas mujeres. ¿Qué estará pasando?
          Salen Rogelio y Prudencia y después de una breve pausa ingresan a la residencia de los Aguaribay del Cerro.
AMELIA: Por favor, pasen, pasen. Están en su casa. Pónganse cómodos.
DOÑA FELICITAS: ¿Una copita de licor? ¿Galletitas dulces?
PRUDENCIA: ¿Qué diablos está ocurriendo? ¿Dónde está el milagro?
ROGELIO: Prudencia, miralo al Fede con su novia. Ese es el milagro, el milagro del amor.
FEDE: Mama, ella es Katy.
DOÑA FELICITAS: Yo soy la abuela. ¿No es hermosa? ¡Tan parecida a mí cuando era joven!
PRUDENCIA: Hijo, si vos sos feliz, todo está bien.
ROGELIO: Federico, venga un abrazo. Ya sos un hombre.
FEDE: Papá…quiero decir… ¡viejo!
AMELIA: Katy, ¿un bocadito?
KATY: Sí, mamá, gracias. Tengo ganas de comerme el mundo.
ROGELIO: Esperen un momento. Tengo unos pesitos en el bolsillo. Voy hasta la esquina y compro un pollo a las brasas.
PRUDENCIA: Si te alcanza traé papas fritas.
AMELIA. Por aquí tengo una botella de vino. ¡A ver! ¡A ver!
KATY: Tengo hambre, quiero comer.
FEDE: Katy, Katy. ¡Qué alegría me da verte contenta!
PRUDENCIA: ¿Qué les parece si ponemos un poco de música?
AMELIA: La que vos quieras. Estás en tu casa.
PRUDENCIA: Gracias, aquí tengo el casete. Escuchen la canción de Katy y Federico. ¿No es preciosa? Escuchen. Se oye “Una historia de amor”.
KATY: Federico, me estoy mejorando. Sos un remedio maravilloso.
FEDE: Katy, te amo, te amo.
KATY: Yo también.
          Sigue la música cerrando la función


*


TEXTOS DE LAS CANCIONES DE TODO ES MÚSICA

CUARTETO GUARANGO
Guarangolandia,
Guarangolandia,
Qué lindo es vivir en Guarangolandia.
Qué vamo’ a hacer,
Somos así,
Si no te gusta
Rajá de aquí.
Guarangolandia,
Guarangolandia,
Vení a vivir a Guarangolandia.
Vení, negrita,
Movete un poco,
Que por bailar
Me vuelvo loco.
Guarangolandia…
Guarangolandia…


UNA HISTORIA DE AMOR
Cuando escucho tu voz, cuando te miro,
Cuando escucho tu música y tu risa,
Late mi corazón enamorado
Y comprendo que amarte es mi destino,
Ahora pienso que tengo la esperanza
De vivir para amarte y ser amado,
Cuando escucho tu voz, cuando te miro.

          NOTA: Los responsables de la puesta en escena pueden componer la música o adaptar los textos a los de otros autores, con el permiso legal correspondiente.


*


PROHIBIDO PARA MENORES
Obra en un acto para actores y títeres

PERSONAJES

                    FELIPE actor                                 FELIPE títere
                   MARINA actriz                           MARINA títere
                    G. TONAZO actor                      G.TONAZO títere
                                                                          DON PEPE títere
                                                                          DOÑA TOTA títere


La escenografía se compone de DOS RETABLOS separados entre sí por una distancia de entre dos y tres metros y unidos por una plataforma o vía sobre la cual correrán automóviles, ómnibus y trenes en miniatura. Uno de los retablos, R1, es un departamento en la ciudad; el otro, R2, es una casa en el campo.
Al comenzar la función R1 está a oscuras. En R2  don Pepe y doña Tota están viendo televisión. Se escucha el final de una telenovela.

DON PEPE: ¡Ah!, que cansado estoy. Por fin terminó esa pavada. ¡Qué plomazo!
DOÑA TOTA: Claro, si fuera un partido de fútbol te podrías pasar horas sentado. ¡Qué gracioso que sos, viejo!
DON PEPE: Apaguemos el televisor que mañana tengo que ordeñar las vacas muy temprano.
DOÑA TOTA: Yo también estoy muerta de sueño. Pausa.  Viejo, ¿qué hora es?
DON PEPE: Es casi la una, ¿por qué?
DOÑA TOTA: Estoy preocupada por Felipe. Hace más de tres horas  que tomó el tren para la ciudad y no ha llamado.
DON PEPE: ¿Y? ¿No te parece que ya es bastante grandecito para  cuidarse solo? Ya llamará.
DOÑA TOTA: Es que lo quiero tanto. Es tan buen sobrino que me da un no sé qué. Llamá por teléfono a su departamento para saber si ha llegado.
DON PEPE: ¡Ufa!, con estas mujeres. Está bien, lo voy a llamar. Disca el teléfono. Al momento se escucha el llamado en R1, en el departamento de Felipe. Nadie contesta.  Tota, parece que Felipe aún no llegó a su casa. Mañana volveremos a llamarlo. Vamos a dormir.
DOÑA TOTA: Sí, ya es hora.
DON PEPE: Le da un beso a su mujer. Hasta mañana, vieja. Que tengas buenos sueños.
DOÑA TOTA: Hasta mañana, Pepe. Tapate bien, mirá que vos con ese reumatismo… Se apaga la luz. R2 queda a oscuras. Larga pausa.
           Felipe Actor ingresa. Trae bolsos de viaje.
FELIPE ACTOR: Dirigiéndose al público. ¡Hola, chicos! ¿Se acuerdan de mí? Fanfarrón. Yo soy Felipe, actor de teatro y televisión. Bueno, la mayoría  de ustedes me habrá visto más de una vez. Es que últimamente estoy ganando mucha guita con mi trabajo, casi podría decirles que soy millonario. ¿Alguno de ustedes me ha visto alguna vez en la tele?
CHICOS DEL PÚBLICO: ¡Sí! ¡Sí!
FELIPE: Y, ¿qué les parece? Creo que soy un actor genial. Tengo fama, hermosa voz, buena pinta. ¿Qué quieren que les diga? Hasta de Hollywood han venido a proponerme para que haga una película de aventuras. Pero, por ahora, pienso quedarme aquí. Si vienen a buscarme de Estados Unidos, millones de dólares les voy a pedir. ¿Qué les parece? ¿Tengo razón o no?
CHICOS: ¡Sí! ¡Sí!
FELIPE: Chicos, ¿saben ustedes de dónde vengo? Adivinen, el que acierte ganará un premio.
CHICOS: Obviamente, cada uno dice lo que se le ocurre.
FELIPE: Lo lamento, perdieron todos. Vengo de pasar unas excelentes vacaciones en casa de mi tío Pepe y de mi tía Tota. Les cuento: anduve a caballo, me bañé en un arroyo, comí asado, pollo con arroz, flan con  dulce de leche casero, leche recién ordeñada, queso, miel… qué sé yo. Me parece que he engordado unos kilitos. Bueno, gusto de verlos. Me voy derechito a mi departamento, a dormir, que mañana debo ensayar una nueva obra para el teatro con Marina. Adiós, chicos, hasta otro día.
CHICOS: Chao… adiós… hasta pronto.
         Se enciende la luz en R1. Entra Felipe a su departamento.
FELIPE TÍTERE: ¡A la madonna! ¡Mama mía! ¡Qué tarde es! ¡Las tres de la mañana! Me pongo el piyama… me lavo los dientes… me meto en la cucha y… Hablándose a sí mismo. ¡Que tengas buenos sueños, Felipe. Gracias, igualmente.
        Se apaga la luz. Pausa prolongada. En R2 se escucha el canto de los gallos. Es de mañana, muy temprano.
DON PEPE: Asomándose. ¡Vieja, mirá qué hermosa mañana! Mientras vos preparás el desayuno, yo voy a afeitarme. Las tortitas con chicharrones las voy a comer con dulce de membrillo y una buena taza de café con leche.
DOÑA TOTA: ¡Goloso! ¡Después te quejás y le echás la culpa a la balanza!
DON PEPE: ¿Y qué querés? De algo hay que vivir. Pausa. Vieja, prendé la radio que van a dar las noticias.
DOÑA TOTA. Ya voy, ya voy.
           Se escucha el encendido de un aparato de radio. Están pasando música folklórica. Ahora la voz del locutor.
VOZ DEL LOCUTOR: Tenemos el agrado de presentar, por Radio Nacional, el noticiero de la mañana. Con ustedes Miguel Ángel Gutiérrez, quien les dice ¡buenos días!, buenos días para todos. En primer lugar el pronóstico meteorológico: caluroso, viento suave del sur con olor a jarilla y probabilidad de lluvias. Y ahora las noticias. Buenos Aires: fue rebajado el precio de las galletas, caramelos de menta y entradas al cine en un treinta por ciento.¡Treinta por ciento! Tokio: todos los niños nacidos ayer en la ciudad de Tokio son japoneses. Lo mismo ha ocurrido en Santiago de Chile, Madrid, Roma y otras ciudades. Parece que no nacen más extranjeros en ningún lugar. Nuevamente Buenos Aires: el Ministerio de Educación informa que este año habrá solamente UN MES de clase. ¡Un mes de clase en  todo el año!, para que durante los restantes once meses los maestros tengan tiempo suficiente para hacer huelgas, los chicos para gozar de largas vacaciones y los padres…bueno…ya hablaremos de los padres. Y ahora, ¡atención!, mi secretaria me alcanza la última noticia. La policía acaba de informar que ha escapado de la cárcel el temible pistolero G. Tonazo, quien como todos ustedes saben, ha cometido desde chico una larga serie de delitos, tales como rotura de dos calesitas, asalto a tres jugueterías, le ha pegado a los payasos del circo y hace apenas un año, antes de ser detenido, le dio un par de patadas a los títeres que actuaban en el Paseo de las Artes. Este es un individuo extremadamente peligroso. Entonces, ¡ojo!, señores actores, títeres, malabaristas, payasos, G. Tonazo anda suelto por la ciudad, haciendo nuevamente de las suyas. Y ahora, sigamos con la música. Escuchemos a la Chacarerata Santiago en…Se va apagando el sonido de la radio.
DOÑA TOTA: ¡Viejo! ¡Viejo! ¿Escuchaste la radio? ¡Qué terrible!
DON PEPE: Mujer, quedate tranquila. ¿Qué sucede?
DOÑA TOTA: ¡Felipe! ¡Felipe!
DON PEPE: ¿Qué diablos pasa con Felipe?
DOÑA TOTA: Lo van a matar, le van a romper el alma a patadas.
DON PEPE: ¿Estás loca? ¿Quién querría pegarle a un muchacho  tan bueno?
DOÑA TOTA: ¿Acaso no acabás de escuchar las noticias? ¿O estás sordo? G. Tonazo se ha escapado de la cárcel y ahora…Llora desconsoladamente… qué pasará con esos pobres títeres, payasos, cómicos y tanta buena gente que hace feliz a los chicos. ¡Oh, Felipe, Felipe!
DON PEPE: Tota, tranquilizate, voy a llamarlo por teléfono.
        Toma el teléfono y disca. Espera un momento. Suena el timbre del teléfono en R1. Se prende la luz.
FELIPE: Aló, aló.
DON PEPE: ¿Felipe, sos vos?
FELIPE: Sí, soy yo. ¿Quién habla? ¡Tío Pepe! ¡Qué sorpresa llamarme tan temprano! ¿Algún problema?
DON PEPE: No, querido, no pasa nada…todavía. Es que tu tía Tota acaba de escuchar las noticias por Radio Nacional y está como loca.
FELIPE: ¡Noticias! ¿Qué noticias?
DON PEPE: Mirá, Felipe, tomalo con calma porque parece que G. Tonazo se ha escapado de la cárcel y…
FELIPE: ¡Diablos! ¡Recontrarrecórcholis! Lo único que me faltaba.
DON PEPE: Le paso el tubo a tu tía. Por favor, tratá de tranquilizarla.
FELIPE: Para él mismo. Yo la tranquilizo a mi tía y a mí, ¿quién me tranquiliza. Pausa. Hola, tía. Me alegra escucharte. ¿Todo bien?
DOÑA TOTA: ¡Oh, querido, tené mucho cuidado! Cerrá bien la puerta con doble llave. Fijate en los pasillos cuando subas al ascensor, no regreses tarde de noche, no…
FELIPE: Interrumpiéndola. Gracias, tía, está bien, está bien… Se escucha un timbre en casa de Felipe. …debo cortar, llaman a la puerta.
DOÑA TOTA: Cuidate, querido. Chao, chao. Pausa. Viejo, ¿dónde estás? Sale a buscar a don Pepe.
FELIPE: ¿Quién es?
VOZ DEL PORTERO: Soy el portero, tengo una carta para usted.
FELIPE: Nervioso. Estoy…estoy ocupado. Échela por debajo de la puerta.
VOZ DEL PORTERO: Ahí va.
FELIPE: Recoge la carta. Pausa. Lee. Comunicado número uno. A partir de la fecha queda prohibido en todo el mundo, EN-TODO-EL MUNDO- la actividad de payasos, títeres, actores, cantores y músicos en cines, teatros, televisión, confiterías, circos, reuniones familiares y EN-TODO-LUGAR, incluidas las escuelas, jardines de infante, fiestas de cumpleaños y casamientos. Si agarro a alguno le voy a dar tantas patadas que tendrán que llevarlo al hospital. Señores artistas, a partir de este momento se acabó la fiesta. No quiero más chistosos, ni Cuentacuentos, ni Chipicopos, ni cucha-cucha de ninguna clase. Los voy a moler a trompadas si los agarro haciendo alguna función. Firmado. G. TONAZO.
        Felipe queda cabizbajo, con el papel entre sus manos. De pronto suena el teléfono y pega un salto del susto.
FELIPE: ¡Aló! ¿Marina, sos vos?
VOZ DE MARINA: Felipe, soy yo. ¿Escuchaste la radio?
FELIPE: No, pero me contó mi tío Pepe.
VOZ DE MARINA: ¿Escuchaste el mensaje de G. Tonazo?
FELIPE: ¿Vos también?
VOZ DE MARINA: Sí, acabo de leerlo. ¡Qué espanto!
FELIPE: Ese G. Tonazo es un pedazo de bruto. Si llego a agarrarlo…
VOZ DE MARINA: ¿Qué vamos a hacer? Mañana tenemos que hacer un programa en la tele.
FELIPE: Debemos hacer algo, ahora mismo. Venite a mi departamento para que podamos hablar más tranquilos.
VOZ DE MARINA: Corto y voy para allá. No te vayas a ir.
FELIPE: No tengás miedo que yo estoy temblando. Apurate. Preparo un poco de café mientras tomás un taxi.
VOZ DE MARINA: Ojalá no encuentre a ese monstruo en la calle.
        Pausa. Felipe va de un lado a otro mientras prepara café. Entra MARINA ACTRIZ a la sala. Viste ropa de calle y anteojos oscuros. Camina en puntas de pie, tratando de pasar desapercibida.
MARINA ACTRIZ: ¡Shss! Chicos, por favor, quédense calladitos. Voy a casa de Felipe. No se levanten, quédense sentaditos. Cuando va a desaparecer en R1 se vuelve y saca de su cartera unos identikit de G. Tonazo y los reparte entre el público. Se me ocurre una idea, aquí tienen copias con la cara de ese sinvergüenza de G. Tonazo. Fíjense bien, miren qué cara de malo tiene. ¡Es horrible! Si llega a aparecer por aquí no vayan a decirle que me han visto y tampoco  dónde vive Felipe. Oh, si nos llega a agarrar… Pero ustedes no le van a decir nada, ¿verdad? ¿Prometen que no le dirán a G. Tonazo que me han visto?
CHICOS: No, no, no.
MARINA ACTRIZ: Gracias, chicos, confío en ustedes. Hasta luego.
         Marina Actriz desaparece detrás de R1. Se escucha el portero eléctrico en el departamento de Felipe. Felipe se asusta y no sabe qué hacer.
FELIPE: ¿Qué hago? ¿Atiendo? ¿No atiendo? ¿Será Marina? ¿Será G. Tonazo?  Atiende el portero eléctrico. ¿Quién es?
VOZ DE MARINA: Felipe, ¿qué demonios estás haciendo? Abrí de una vez por todas. ¿Qué estás esperando? Soy yo, Marina.
FELIPE: Rápido, pasá
        Pausa. Entra Marina Títere. Se abraza con Felipe.
FELIPE: Hice un poco de café.
MARINA: Está bien, Felipe, ya me habías dicho por teléfono que estabas haciendo café. ¿Cuántas veces vas a repetir lo mismo?
FELIPE: ¿Qué te pasa? ¿Estás nerviosa? ¿Ahora también yo tengo la culpa de que estés nerviosa?
MARINA: Perdoname, por favor. Es que no entiendo. ¡Cómo es posible  que la policía todavía no encuentre a ese delincuente que lo único que hace es pegarle a las muñecas! ¡Qué valiente!
FELIPE: Mientras venías hice un plan. Vení, vamos a estudiarlo.
        Se quedan analizando unos papeles que Felipe muestra a Marina. Mientras tanto en R2 don Pepe y doña Tota se disponen a tomar el almuerzo.
DON PEPE: Tengo tanta hambre que me comería una vaca entera.
DOÑA TOTA: Paciencia, que hoy tengo un almuerzo riquísimo. Adiviná.
DON PEPE: Relamiéndose. ¿Puchero, pollo al horno, pato a la cacerola?
DOÑA TOTA: Milanesas con puré de papas y de postre arroz con leche y crema de naranja.
DON PEPE: Pongo la tele y nos sentamos a comer.
Mientras almuerzan, se escucha la voz del noticiero de la TV.
VOZ DEL NOTICIERO: Aquí las noticias del mediodía. Una alarmante ola de robos y asaltos se ha producido esta mañana en nuestra ciudad. El temible malhechor G. Tonazo ha vuelvo a hacer de las suyas. En menos de tres horas robó el chupete a cuatro bebés, se comió la merienda de los chicos de dos jardines de infante, rompió la vidriera de una juguetería en pleno centro y espantó con una honda a las palomas en la Plaza San Martín.
DOÑA TOTA: ¡Oh, Dios mío! Ojalá que lo agarren pronto.
             En ese momento suena el teléfono en R2 
DOÑA TOTA: ¿Quién será?
             En R1 es Felipe quien está llamando.
FELIPE: ¿Tía Tota? Soy yo, Felipe. Escúcheme bien. No tengo mucho tiempo.
DOÑA TOTA: Querido, ¿qué ocurre?  
FELIPE: Estoy con Marina en mi departamento y necesito saber si podríamos ocultarnos en la casa de ustedes. Espero que no sea mucha molestia.
DON PEPE: Aproximándose. ¿Quién es?
DOÑA TOTA: Los estaremos esperando. Aquí está Pepe, te doy con él.
FELIPE: ¿Tío?
DON PEPE: Sí, soy yo. Supongo que estarás en problemas.  Me parece bien que vengas a nuestra casa en el campo.
FELIPE: Estoy con Marina, ¿puedo ir con ella?
DON PEPE: Por supuesto, vengan de inmediato.
FELIPE: Corto y salimos. Corta. Dirigiéndose a Marina. Rápido, agarra un par de bolsos y rajemos. Tomaremos el tren de las cuatro de la tarde. Salen. El departamento queda a oscuras. Pausa.
         Entra G. TONAZO ACTOR a la sala. Viste ropas oscuras, sombrero, anteojos negros y un largo impermeable, tipo Dick Tracy. Camina haciéndose el distraído. Su figura es idéntica al dibujo que tienen los chicos.
G. TONAZO ACTOR: Procura aparecer amable, en actitud falsa para ganarse la confianza del público. Hola, chicos, ¿cómo están? ¡Hermoso día! Vengo de la plaza donde están repartiendo globos y golosinas gratis a todo el mundo. ¡Uf, qué día! ¡Cuánta gente linda por todos lados. Se pasea entre el público, sonriendo, tratando  de encontrar complicidad. A propósito…este…no sé cómo preguntarles… en este barrio vive un par de amigos de la infancia. ¿Cómo era que se llamaban? Ah, sí, ahora recuerdo. Ella se llama Marina, ¿alguien la ha visto? ¿No? ¡Qué raro! ¿A Felipe tampoco? A él lo conozco desde que íbamos a primer grado. Si alguno de ustedes me dice que vio a Marina o a Felipe, le voy a hacer un regalito. UN-RE-GA-LI-TO.  Se ríe a carcajadas. Se nota que es bastante chiflado. Está bien, ya que nadie quiere decirme nada voy a quedarme un rato por aquí. Se sienta y comienza a leer una revista de historietas que saca del bolsillo. Pausa.
            Entretanto Felipe y Marina están por abordar el tren. Se escuchan pasos de gente que corre y voces sofocadas por el esfuerzo.
VOZ DE FELIPE: Llegamos a tiempo. Por favor, dos pasajes a Villa Tranquilidad. Pausa. Marina, traé los bolsos.
VOZ DE MARINA: Sí, voy, voy.
             Se escucha el silbato y los sonidos de un tren que se pone en marcha. De R1 a R2 parte el tren de juguete que lleva a Felipe y Marina.
Pausa.
G. TONAZO: Incorporándose. Bueno, en algún lugar tengo que encontrar a mis amigos. Está bien, chicos, no se hagan problemas. Pero les voy a decir que todos ustedes son unos malos, malísimos. ¿Qué les cuesta decirme dónde están Marina y Felipe? ¡Eh! ¡Eh! ¿Qué les cuesta?
         G. Tonazo Actor sube al escenario y desaparece tras R1. Pausa. Se escucha el timbre del portero eléctrico en el departamento de Felipe. Una y otra vez con insistente mala educación. Se oye el ruido de una puerta destrozada a golpes. Es G. Tonazo que ha entrado al departamento de Felipe. Entra G. Tonazo Títere.
G. TONAZO TÍTERE: ¿Así que aquí es donde vive Felipe? ¡Qué me cuentan! Miren cómo voy a dejar este lugar. Rompe libros, muebles, lámparas, objetos que se estrellan contra el piso. Ya te voy a agarrar, te voy a retorcer el cuello, voy a romperte esa narizota. Pausa. Busca una pista. A ver… A ver… Aquí hay un número telefónico. Voy a llamar. Disca y suena el teléfono en R2.
DOÑA TOTA: ¡Hola! ¿Quién habla?
G, TONAZO: Modificando la voz. Hola, ¿está Felipe?
DOÑA TOTA: ¿De parte de quién?
G. TONAZO: Dígale que le habla Gerardo, un  antiguo compañero de la escuela. Es urgente.
DOÑA TOTA: Felipe no está en estos momentos, joven. Se encuentra viajando hacia aquí, hacia Villa Tranquilidad. ¿Quiere que le dé algún mensaje?
G. TONAZO: Por favor, no le diga nada. Será mejor que lo sorprenda. Y…dígame…señora…
DOÑA TOTA: Tota es mi nombre. 
G. TONAZO: Dígame, doña Tota, Felipe ¿viaja solo?
DOÑA TOTA: Viene con Marina, su compañera de trabajo.
G. TONAZO: ¡Ah, Marina! La famosa actriz. ¡Qué bien! Gracias, doña Tota, muchas gracias. Pausa. Para sí: Y ahora a la estación de ómnibus. Dentro de pocas horas se llevarán una sorpresa.  Ríe a carcajadas.
DOÑA TOTA: ¿Quién será el Gerardo ese? Me parece que he metido la pata. ¡Dios mío! ¡Qué tonta he sido!
          Se escucha el ruido de un ómnibus de juguete que sale de R1 a R2. Entre sus pasajeros está G. Tonazo.
          En R2 se escucha el golpear de manos. Son Marina y Felipe que acaban de llegar.
DOÑA TOTA: Pasen, hijos, pasen. Ya viene Pepe, está guardando el tractor.
FELIPE: Hola, tía, de nuevo por aquí.
MARINA: ¿Cómo está, señora? Me alegro de verla.
DOÑA TOTA: Les he preparado una habitación a cada uno. Encontrarán sábanas y toallas limpias. Dejen los bolsos que vamos a cenar.
FELIPE: Tía, dígame…
DOÑA TOTA: Sí, querido.
FELIPE: ¿Llamó alguien desde la ciudad?
            Doña Tota se pone nerviosa. Se ha dado cuenta de que ha cometido un error y no sabe cómo decírselo a su sobrino.
FELIPE: Tía Tota, ¿pasó algo? La noto rara.
DOÑA TOTA: Llamó un tal  Gerardo.
FELIPE: ¿Gerardo? ¡Maldición!
MARINA: ¿Quién es Gerardo? ¿Por qué te ponés así? Calmate.
FELIPE: ¿Cómo querés que me calme? ¿Sabés quién es Gerardo?
DOÑA TOTA: ¿Quién?
MARINA: ¿Quién es Gerardo?
FELIPE: Gerardo Tonazo, pero él prefiere que lo llamen G. Tonazo. ¡Lindo nombre!
MARINA: ¿Qué vamos a hacer?
FELIPE: Tenemos que volver a rajar. A doña Tota.  ¿No le habrá dicho usted que yo venía para acá?
DOÑA TOTA: Perdoname, Felipe, fue por mi culpa.
FELIPE: Está bien, tía, no se aflija. Usted no podía saberlo. ¿Dónde está el tío Pepe?
DON PEPE: Entrando. Aquí estoy. Hola, Felipe. ¿Cómo estás, Marina?
FELIPE: Tío Pepe, necesito que me preste el Falcon. Tenemos que volver a la ciudad. Si G. Tonazo nos encuentra aquí nos hará picadillo.
DOÑA: ¿Y ahora qué hago con la cena?
FELIPE: Coman ustedes, nosotros no podemos quedarnos aquí un minuto más.
MARINA: Volveremos un domingo de estos a comer empanadas. Adiós.
DON PEPE: A Felipe. No te olvidés de echarle nafta.
      Salen Marina y Felipe. Don Pepe y doña Tota van de un lado a otro sin saber qué hacer.
DON PEPE: Vieja, tengo una idea.
DOÑA TOTA: Sorprendida. ¡Pepe! ¡Una idea? ¿Desde cuándo?
DON PEPE: Desde hace un momento. Tenemos que proteger el escape de los chicos. Traeme una sábana blanca y un par de tijeras.
       Se ponen a realizar una tarea. Se escucha el motor de un automóvil y desde R2 a R1 sale el Falcon de juguete que lleva a  Felipe y Marina. Se escuchan sus voces.
VOZ DE FELIPE: ¡Listo! Ponete el cinturón de seguridad que le voy a dar pata.
MARINA: No te hagás el loco. Mirá que la ruta está llena de vehículos.
VOZ DE FELIPE: Está bien, mientras viajamos pondremos un poco de música. Se oye en la radio del auto música de cuartetos. Linda música.
VOZ DE MARINA: Si vos lo decís.
        En R2 doña Tota y don Pepe prosiguen los preparativos.
DON PEPE: Tota, te prometo que mañana mismo vamos al pueblo y te compro un juego de sábanas nuevo.
DOÑA TOTA: Con tal que salvemos a Felipe y a Marina no me importa romper todas las sábanas.
DON PEPE: Ya está. Ahora vamos a escondernos. Salen.
        Se escuchan ruidos y pasos. Luego un largo silencio. G. Tonazo Títere golpea a la puerta pero como nadie le abre entra sigilosamente.
G.TONAZO TÍTERE: ¿Hay alguien en casa? ¡Hola, gente!  Soy yo, Gerardo, el amigo de Felipe. ¿Dónde están? Pausa. ¡Qué lugar más raro! Esto no me gusta. ¿Y esto? ¿La mesa servida con tres cubiertos? Pausa. ¡Hey! ¿Hay alguien en casa?
       Aparecen lentamente don Pepe y doña Tota cubiertos con sábanas, disfrazados de fantasmas. Al principio G. Tonazo no los advierte pero, de golpe, se da contra ellos.
G. TONAZO: ¡Eh! ¿Quiénes son ustedes? ¡No me toquen!
DON PEPE: Soy el fantasma de don Pepe. ¡Bienvenido, querido amigo! Hace muchos años que estábamos esperándote.
DOÑA TOTA: Yo soy el alma de doña Tota y he preparado una exquisita comida.
G. TONAZO: Muy asustado. ¿Una cena? ¿Comer? ¿Comen acaso los fantasmas?
DON PEPE: Comemos una vez al año, cuando recibimos visitas, ¿no es así, querida?
DOÑA TOTA: Una vez al año es suficiente. Imitando la voz de G. Tonazo. UNA-VEZ-AL-AÑO-ES-SU-FI-CIEN-TE.
G. TONAZO: Yo me voy de aquí. Abran la puerta. Déjenme salir.
DON PEPE: Si te dejamos salir, afuera te están esperando los perros.
G. TONAZO: Temblando.  ¿Los perros?
DOÑA TOTA: Y los chanchos. Los fantasmas de los chanchos.
G. TONAZO: ¿Los fantasmas de los chanchos?
DON PEPE: ¿Te gustaría cruzar el campo y encontrarte con el fantasma de un caballo?
DOÑA TOTA: ¿O de una lechuza?
G. TONADO: Por favor, si me dejan salir no les haré daño.
DON PEPE: ¿Qué has dicho?
G. TONAZO: Que de ahora en adelante me portaré bien. Pero, déjenme salir, se los pido por favor.
DON PEPE: No saldrás de esta casa  hasta que jures y prometas y recontrajures que no volverés a hacerle daño a nadie. ¡A nadie!
G. TONAZO: Lo prometo, lo juro, de rodillas recontrajuro que no volveré a robar chupetes, ni a romper calesitas, ni a pegarle  a los payasos del circo.
DOÑA TOTA: ¿Y a Marina y Felipe!
G. TONAZO: Tampoco, lo juro, a ellos menos que a nadie.
         Don Pepe y doña Tota se sacan los disfraces de fantasmas.
DOÑA TOTA: Mi nombres es Tota, tía de Felipe. La que habló con vos por teléfono.
DON PEPE: El mío es Pepe.
G. TONAZO: Soy Gerardo, mucho gusto.
DON PEPE: Andá a lavarte las manos que vamos a cenar.
GERARDO: ¡Encima del lío que hice me invitan a comer?
DON PEPE: Así es. La gente de campo no es rencorosa.
          Mientras, Marina y Felipe han llegado a la ciudad. Entran  a R1. Encienden la luz. Al momento suena el teléfono.
FELIPE: Aló, aló. Tío Pepe, ¿qué pasó?
          En R2 aparece don Pepe hablando por teléfono con Felipe.
DON PEPE: Mirá, Felipe. Todo se arregló. Se acabó el problema con el famoso G. Tonazo. No te puedo adelantar nada pero mañana recibirás una visita que te va a hacer feliz. Tu tía te manda besos. Saludos a Marina. Corta.
FELIPE: ¿Qué todo se acabó? ¿Qué habrá pasado?
MARINA: Felipe, es tardísimo. Me voy a casa. Mañana te veo.
FELIPE: Sí, esperame en la sala del teatro.
MARINA: Hasta mañana, que duermas bien. Sale Marina.
           En R2 don Pepe, doña Tota y Gerardo Tonazo están terminando de cenar.
GERARDO: Gracias por la cena y por tan amable compañía.
DON PEPE: Apurate, Gerardo, que el último tren está por salir.
DOÑA TOTA: Gerardito,  portate bien. En el fondo sos un buen chico.
GERARDO: A partir de hoy espero ser una buena persona, pero necesitaré ayuda.
DON PEPE: Felipe y Marina podrían ser tus mejores amigos.
GERARDO: Ojalá yo pudiera ser como ellos. Adiós, gracias por todo.
          Sale Gerardo. Al rato se escuchan los sonidos del tren que parte de R2 a R1. Mientras el tren de juguete se va deslizando lentamente, se apaga la luz en R2 y en R1 se escucha música de cuartetos. Pausa prolongada.
           Marina Actriz está en la sala conversando con algunos chicos. Entra Felipe Actor y se saludan. Firman autógrafos y reparten sus fotografías.
           Gerardo Tonazo Actor entra muy lentamente, casi avergonzado. Felipe y Marina le hacen señas para que se aproxime.
MARINA ACTRIZ: ¿Vos sos Gerardo?
GERARDO ACTOR: Sí, me llamo Gerardo pero  me dicen G. Tonazo. Ese nombre ya no me gusta. ¡No me gusta que me digan G. Tonazo!
FELIPE ACTOR: Yo te conozco, Gerardo. ¿Te acordás de mí? Fuimos compañeros en el Jardín. Eras un buen pibe entonces. ¿Qué te pasó?
GERARDO: Es una larga historia. Me da vergüenza contarla delante de los chicos. Ellos me odian y si pudieran me darían una patada aquí. Se señala el trasero.
MARINA: No creas, estos chicos son buena gente. ¡Vamos! Contanos tu vida.
GERARDO: No sé cómo empezar. Larga pausa. Se seca los ojos con un pañuelo. Todos observan. Cuando yo era muy chico, tendría tres o cuatro años, me fabriqué un retablo y algunos muñecos para jugar a los títeres. ¡Era hermoso! Me pasaba horas y horas  jugando hasta que un día vino mi papá y agarró el retablo y los muñecos y los rompió a patadas. Vuelve a limpiarse las lágrimas. Un domingo a la tarde cuando estábamos dando un paseo por el parque, le dije a mi mamá que quería subir a la calesita. ¡Para qué! Mi papá se enfureció  y me dijo que yo era un grandote, que a los cinco años los chicos no andan subiéndose a las calesitas. Para Reyes, como yo era muy inocente, dije un día: ¡qué hermoso sería recibir un juguete! ¿Un juguete?, gritó mi papá. ¿Un juguete? ¿Pero qué estás pensando, que yo soy una máquina de fabricar dinero? ¡Pero haceme el favor! Otro domingo, ¡zas!, pasamos caminando frente a una heladería. ¡Una heladería! ¿Sabés lo que hubiera sido comerse un cucurucho de crema  y chocolate?  ¡Cómo vas a comer esas porquerías!, dijo mi papá agarrándome de un brazo. Chocolates, caramelos, turrones son malos para la salud. Así que ¡ojo!, no vaya a ser que un día de estos te vea comiendo un caramelo.
FELIPE: Interrumpiéndolo. ¿Y tu mamá? ¿Ella nunca te defendía?
GERARDO: A mi mamá tampoco la dejaban subir a una calesita cuando era chica, ni comió helados, ni…
MARINA: Por lo menos te habrás entretenido con la televisión.
GERARDO: ¡Qué! ¿Televisión? En mi casa estaba prohibido ver televisión o ir al cine. Cuando cierto día la maestra me propuso para que recitara un poema en el día de la madre, mi papá casi se muere de rabia. ¿Pero quién te creés que sos vos para andar haciéndote el artista? Pausa. Nuevamente se limpia los ojos. Así pasaron los años. Poco a poco me fui convirtiendo en un chico malo que robaba los chupetes a los bebés, rompía las muñecas a mis primitas, y después cuando fui creciendo… bueno… todo el mundo ahora lo sabe…me transformé en G. Tonazo. Yo quería ser bueno, pero no me dejaron. Y ahora, ¿qué voy a hacer? ¿Volver a la cárcel? Ese es el lugar más terrible del mundo. Por favor, Felipe, no llamés a la policía, no quiero que me vuelvan a encerrar, ayudame…
FELIPE: Bueno, Gerardo, pará la mano. No exagerés. Después de todo estamos haciendo una obra de teatro. Serenate. Tu actuación ha sido maravillosa.
MARINA: Es verdad, sos un excelente actor. Muy bueno el papel de G. Tonazo. ¿No es así, chicos? ¿No les parece que Gerardo es un excelente artista?
CHICOS: ¡Sí, sí, sí!
GERARDO: ¿En serio? ¿Les pareció bueno el papel que hice?
FELIPE: Mirá, Gerardo, lo que son las cosas. ¡Qué increíble! Tenías que venir al teatro para convertirte en una buena persona.
MARINA: Es que el teatro es el lugar más hermoso y divertido del mundo. Gracias, gracias a todos. Los amo.
        La función cierra con música de calesitas.


*


LA ABEJITA PEREZOSA
Obra en 10 actos para actores, títeres o marionetas


PERSONAJES

LINA, la Abejita Perezosa
REINA  de la Colmena
COCA, Dama de Compañía
CUCA, Dama de Compañía
RINA, la Mariposa Juguetona
TINA, la Luciérnaga Parlanchina
DON ZITO, el Búho Curandero
KATO, don  Mariposa Negra
KETO, el Mosquito Loco
KITO, el Hormiga Roja
KOTO, el Sapo Glotón
KUTO, el Murciélago Loco
NINA, Jefa de las Amazonas
LITO, Capitán de los Mosquitos Vengadores
ABEJAS DE LA COLMENA
ESCUADRÓN DE MOSQUITOS

Escena 1

          Al levantarse el telón el escenario está a oscuras. Pausa. Se escucha el canto de un gallo. Es la madrugada. Lentamente comienza  a salir el sol. Las Obreras despiertan y una tras otra se encaminan al trabajo. Lina continúa durmiendo en su celdilla. Aparece la Abeja Reina acompañada por Coca y Cuca, sus Damas de Compañía.

ABEJA REINA: ¿Salieron ya todas las obreras? La Reina está tomando una taza de té.
CUCA: ¡Oh, Majestad!, no sé cómo decirlo.
REINA: ¿No sabés qué decir? ¿Qué significa eso?
CUCA: Sucede que Lina aún duerme.
REINA: ¿Durmiendo a estas horas cuando sus hermanas ya están trabajando? ¿Qué pretende Lina? ¿Hacer que me enferme de disgustos? Despiértenla de inmediato.
COCA: Ya mismo, mi Señora.
          Sale Coca y al momento regresa seguida por Lina, todavía medio dormida, tratando de ocultar un bostezo. Se arrodilla ante la Reina.
CUCA: Vamos, empezá a hablar. ¿Qué estás esperando?
LINA: Le pido mil perdones, mi Señora. Se limpia las lágrimas con el dorso de una mano. Me quedé dormida porque me siento un poquito enferma.
COCA: Vamos, decí la verdad.
LINA: Por favor, Madre, créame. Soy tan débil y pequeñita que me cuesta mucho esfuerzo hacer mi tarea.
REINA: Basta, no deseo seguir escuchando justificaciones y lamentos. Sos una haragana y además una mala hija. Andá a buscar tu porción de polen. Si no lo hacés te castigaré severamente. ¿Has comprendido?
LINA: Sí, Majestad.
REINA: Además, hasta que no demostrés tu amor al trabajo, te llamaré Abeja Perezosa, para que todas se rían de vos. Así aprenderás la lección.
LINA: ¡Oh, mi Soberana, mi amada Reina! No volveré a quedarme dormida. Haré mi trabajo lo mejor que pueda, se lo prometo.
          Coca y Cuca se miran entre sí y cambian bromas burlándose de  Lina.
REINA: Está bien, está bien…Basta de promesas y a trabajar, que se me enfría el desayuno.

ESCENA 2

          Lina sale lentamente hacia el campo agitando sus alitas y revisando una a una las flores para descubrir que ya no queda polen en ninguna de ellas. Da vueltas y vueltas y finalmente se sienta. Entra Rina, la Mariposa Juguetona.
RINA: ¡Hola!, ¿cómo estás? Parece que hoy se te pegaron los ojitos.
LINA: Buenos días, Rina.
RINA: Querida mía, ¿qué está pasando? Vamos, podés confiarme tus problemas. ¿Acaso no somos como hermanas?
LINA: Me siento enferma, ya no tengo fuerzas para seguir viviendo. Además no encuentro una pizca de polen. ¿Qué le diré a mi Madre? Me castigará.
RINA: Eso no sería justo. Ella es tu madre, ¿cómo no se da cuenta de que estás enferma?
LINA: La Reina sigue los consejos de Coca y Cuca. Si supieras lo malas que son. ¡Brujas! ¡Las odio!
RINA: Dejame que te ayude. Ahora mismo iremos a casa de Don Zito.
LINA: ¿Don Zito? ¿Quién es?
RINA: El Búho Curandero.
LINA: ¿Estás segura de que es un buen doctor?
RINA: El mejor de este bosque, ya lo verás.
LINA: Está bien, ¿por donde iremos?
RINA: Volaremos sobre el alfalfar hasta aquel eucalipto. ¿Lo ves?
LINA: Sí, estoy lista.
RINA: Entonces, vamos.

ESCENA 3

          Lina y Rina, agitando sus alitas, dan varias vueltas hasta que llegan a la cueva de don Zito, el Búho Curandero. Esperan un rato ojeando una revista. Entra el doctor.
DON ZITO: Buenas tardes, pasen. ¿Quién es la enferma?
RINA: Ella, mi amiga Lina. Está muy débil y apenas puede volar.
ZITO: Comienza a revisar a Lina. Veamos qué tiene. A ver esos ojos. Mové tus patitas. Ahora las alitas. Voy a revisar tu barriguita. Pausa. Esto no me gusta nada.
LINA: ¿Estoy muy enferma, doctor? ¿Podré sanarme o moriré?
ZITO: Bueno, no es para tanto, señorita Lina. Te recetaré un tónico.
LINA: ¿Un tónico? Si es amargo no lo voy a tomar.
ZITO: Al contrario, es riquísimo. Está hecho con miel, cedrón y laurel. Tomá todos los días tres gotas por mes, tres veces por día.
LINA: ¿Tres veces por día, tres gotas por vez?
ZITO: Exactamente. Te pondrás tan fuerte que serás la mejor abejita del mundo.
LINA: ¿Cuánto le debo, doctor?
ZITO: Cuando estés sana, traeme un regalo.
LINA: Le traeré una torta de miel y nueces que yo mismo preparo. Gracias, don Zito.
RINA: Adiós.
ZITO: Vayan con cuidado. El Búho Curandero entra a su cueva.


ESCENA 4

          Comienza a oscurecer. Lina vuelve a revisar las flores pero no encuentra una gota de néctar o de polen. Comienza a llorar desconsoladamente. Rina trata de calmarla.
LINA: ¡Qué mala suerte! ¿Por qué soy tan desdichada? No puedo regresar con las manos vacías. ¿Qué haré, Rina? Decime  algo, por favor.
RINA: No podés regresar a la Colmena, ya es casi de noche y podrías extraviarte.
LINA: ¡Y tengo tanto miedo a la oscuridad!
RINA: Se me ocurre una idea. Quedate esta noche conmigo y mañana  muy temprano harás la cosecha más grande de tu vida. ¿De acuerdo?
LINA: Gracias, Rina. Sos tan buena conmigo que no sé cómo agradecerte.
RINA: Entonces vamos a casita.

ESCENA 5

          Lina y Rina extienden sus alitas y se dirigen al escondite de la Mariposa Juguetona. Entran, preparan algo de comer y conversan animadamente. De pronto, un ruido extraño al pie del escondite las sobresalta.
LINA: ¿Escuchaste esos ruidos? ¿Qué será? Tengo miedo.
          Lina y Rina se abrazan y tratan de ubicar el lugar de donde provienen las voces. No saben que a pasos de ellas están reunidos Kato, Keto, Kito, Koto y Kuto, bebiendo de una botella. Lina los descubre y se tapa el rostro con ambas manos.
RINA: ¿Qué te pasa? Estás temblando.
LINA: Mirá hacia abajo, pero no hagás ruido. Ahí están los peores enemigos de nuestra Colmena. ¡Qué horror!
RINA: ¿Quiénes son esos tipos?
LINA: Señalándolos. Kato, don Mariposa Negra; Keto, el Mosquito Chiflado; Kito, el Hormiga Roja; Koto, el Sapo Glotón, y Kuto, el Murciélago Loco.
RINA: ¡Qué bichos raros! ¡Qué estarán tramando?
LINA: ¡Shss!… escuchemos.
          Los cinco bandidos  beben y ríen a carcajadas.
KOTO: ¡Je, je, je! No quedará una sola con vida. Destruiremos la Colmena y las mataremos a todas. 
KUTO: Tiene usted grandes ideas en su horrible cabezota, compadre.
KETO: Somos invencibles…somos invencibles…somos invencibles…
KITO: Callate, Keto, estoy harto de escucharte decir tantas pavadas.
KUTO: Orden, orden. Recuerden que soy el Jefe. Si alguno no está de acuerdo, que lo diga ahora mismo.
KETO: Está bien…está bien…está bien…
KOTO: De acuerdo, Kuto, vos sos el Jefe.
KUTO: Entonces escuchen lo que voy a decir porque no pienso repetir una sola palabra.
KATO: ¿Cuál es el plan?
KUTO: Atacaremos a medianoche. A esa hora las abejas duermen y las sorprenderemos.
KOTO: ¿Qué haremos con la Reina?
KUTO: De ella me encargaré personalmente. Ja, ja, ja. Mientras continuamos avanzando comeremos algo y beberemos de este rico licor.
KITO: ¿Un licor?
KUTO: Sí. Lo robé en la farmacia de Don Zito. Vamos, muchachos, beban, hay que tomar coraje.
KATO: Tomaré un trago.
KOTO: Dame esa botella o te romperé la cara.
          Los conspiradores van saliendo hacia la oscuridad.

ESCENA 6

          Lina y Rina siguen paralizadas por el terror.
LINA: ¡Qué malvados son! No permitiré que le hagan daño a la Reina. Ella es mi Madre y tengo en la Colmena miles y miles de hermanas.
RINA: ¡Criminales! ¡Los odio!
LINA: Rina, tenés que ayudarme. ¿Qué podemos hacer?
RINA: Será muy difícil volar en la oscuridad. Si Kuto nos sorprende, nos devorará.
LINA: Si al menos pudiéramos avisarle a la Reina. Pero, cómo?
RINA: Después de una breve pausa. Se me ocurre una gran idea.
LINA: ¿En qué estás pensando?
RINA: En este mismo árbol, a la vuelta, vive Tina, la Luciérnaga Parlanchina. Iremos a despertarla para que nos guíe con su luz.
LINA: Está bien, pero vayamos con cuidado.
          Lina y Rina salen cautelosamente. Golpean a la puerta de Tina.
TINA: ¿Quién llama a estas horas?
RINA: Shss, Tina, te necesitamos con urgencia.
TINA: ¿Quiénes son ustedes?
RINA: Soy Rina, tu vecina. ¿No te acordás de mí?
TINA: Perdoname, no te había reconocido. Y esta abeja, ¿cómo se llama?
RINA: Es Lina, mi mejor amiga. Necesitamos tu ayuda, te lo suplico.
TINA: Siempre sucede lo mismo, cada vez que hay una urgencia, ¡zás!, a llamar a Tina. ¿Cuál es el problema?
LINA: La banda de criminales de Kuto está planeando destruir la Colmena. Debo avisar a mi Madre antes de que sea demasiado tarde.
TINA: Esos bichos asquerosos también son mis enemigos. Iremos con mucha cautela porque si esos salvajes nos descubren nos matarán.
RINA: Entonces no perdamos tiempo. Volemos.
LINA: Un momento, aguarden un segundo.
RINA: ¿Qué pasa, Lina?
LINA: Tomaré tres gotas de mi tónico. Bebe del frasquito.
TINA: Síganme y no se separen. Cuando yo encienda mi lámpara emprenderemos vuelo. Tina enciende la luz de su pancita. ¿Preparadas? ¡Ya!
          Lina, Rina y Tina emprenden veloz viaje hacia la Colmena.

ESCENA 7

          Un momento después las viajeras están a la puerta de la Colmena. Nina, la Jefa de las Amazonas, se interpone ante ellas.
NINA: ¡Alto! Deténganse. ¿Quiénes son ustedes?
LINA: Nina, ¿no te acordás de mí? Soy Lina, una de tus hermanas.
NINA: Lo lamento, no pueden pasar.
LINA: Es muy importante. Debo entregar un mensaje a la Reina.
NINA: ¿Qué clase de mensaje?
LINA: La Colmena será atacada de un momento a otro.
NINA: ¿Qué estás diciendo?
LINA: Por favor, estamos en peligro. Debo hablar personalmente con la Reina.
NINA: Estás mintiendo. Se aproximan otras abejas guardianas. Esta no es hora para despertar a nuestra Reina.
LINA: Te lo ruego, Nina, debo ver a nuestra Madre.
          Aparece la Reina, seguida por Coca y Cuca. Está muy enojada.
REINA: ¡Desvergonzada! ¿Qué hacés aquí, alborotando a todo el mundo? ¿Es esta la hora de regresar a casa?
LINA: Sollozando. Quiero explicarle que…
COCA: No la escuche, Majestad.
REINA: ¿Quiénes son esas dos que te acompañan?
          Lina se arrodilla ante la Reina, rozándola con sus antenitas para demostrarle cuánto la quiere.
CUCA: Se está burlando de nosotras.
REINA: Necesito una explicación.
LINA: Majestad, tenemos poco tiempo.
REINA: ¿Poco tiempo? ¿Qué significan esas palabras?
LINA: Voy a contarle brevemente lo que me ha sucedido.
REINA: Está bien, voy a escucharte solo un minuto.
LINA: Esta mañana me sentí muy enferma. Rina me acompañó al consultorio de don Zito. Él me dió un tónico y como se hacía tarde, me quedé a dormir en casa de mi amiga.
REINA: ¡Muy bonito! Ya arreglaremos cuentas.
LINA: Fue entonces que escuchamos a Kuto, el Murciélago Loco y a su pandilla planeando destruir nuestra Colmena.
REINA: Alarmada. ¿Dijiste Kuto?
LINA: Sí, mi Señora, y también estaban el Sapo Glotón y el Hormiga Roja.
RINA: Y el Mosquito Chiflado y don Mariposa Negra.
REINA: Esos son unos monstruos.
RINA: Por favor, doña, debe creer en la palabra de Lina. Le juro que no está mintiendo.
COCA: Le habla a la Reina al oído. No las escuche.
CUCA: Son unas mentirosas.
TINA: Muy enojada. ¿Usted cree que yo arriesgué mi vida solo para hacerle una broma?
RINA: Es verdad. ¿Sabe que nos hubiera ocurrido si Kuto nos sorprendía durante el vuelo?
TINA: Nos habría comido de un solo bocado.
REINA: Pausa. Está pensando. Está bien, me han convencido. Organizaré la defensa de Ciudad de la Miel. ¿Dónde está la Comandante Lina?
NINA: Aquí estoy, Soberana. ¡A sus órdenes!
REINA: Reuní de inmediato a tu ejército de Amazonas  Guardianas.  Que se preparen a morir en defensa de su familia.
RINA: Un momento, con ellas no será suficiente.
REINA: ¿Qué has dicho?
RINA: El Murciélago Loco y sus amigos son fuertes y temibles. Necesitamos más combatientes.
REINA: ¿Cuál es tu idea?
RINA: ¿Conoce al Capitán Lito?
REINA: ¿El Comandante de los Mosquitos Vengadores? Me han dicho que es muy valiente.
RINA: Lito es el único que podría vencer a Kuto.
REINA: Pero, ¿dónde se encontrará el Capitán Lito en este momento?
TINA: Enviaré un mensaje con la luz de mi pancita.
          Tina, la Luciérnaga Parlanchina, va al extremo del escenario y envía señales encendiendo y apagando su lámpara.
TINA: S.O.S. Socorro. Colmena en peligro. Llamando al Capitán Lito. Auxilio.

ESCENA 8

Breve pausa. Las Amazonas protegen a la Reina con sus cuerpos. Todos aguardan, impacientes, la llegada del Capitán Lito. Otra pausa. Entra el comandante seguido por su ejército de Mosquitos Vengadores.
LITO: Acabo de ver las señales pidiendo auxilio. ¿Qué sucede?
REINA: Soy la Reina. Gusto en saludarlo. Se saludan ceremoniosamente. Sucede que Kuto y su pandilla vienen en camino.
LITO: Los enemigos de mis amigos son mis enemigos. Estamos listos. Cada uno de mis soldados tiene preparado su veneno y listas sus lancetas.
REINA: Gracias, Capitán, en nombre de mi familia y en el mío. Mi deber es defender la Colmena aunque me cueste la vida.
LITO: Sus palabras, Majestad, me llenan de emoción.
REINA: Bien, la hora se aproxima. En cuanto a vos, Lina, ya arreglaremos cuentas. No creas que me he olvidado.
          Coca y Cuca se miran entre sí e intercambian gestos de burla hacia Lina.

ESCENA 9

          Mientras la Reina se pasea nerviosa de un lado a otro, las abejas se dedican a cerrar todos los ingresos a la Colmena.
REINA: Bien, ya estamos preparados para recibir a esos malvados. Cuando yo dé la orden, Tina encenderá tres veces su lámpara. Esa será la señal de ataque. Ya es casi medianoche. Todo el mundo a su refugio.
          Abejas y Mosquitos y demás personajes se ocultan adecuadamente. Se hace un largo silencio. Entra la pandilla.
KOTO: Al fin llegamos. Aquí está nuestro tesoro.
KUTO: Tal como les había prometido, esta será una noche inolvidable.
KETO: Genial…genial…genial…
KATO: Callate, estúpido. Si llegan a descubrirnos por tu culpa te mataré.
KETO: Te mataré…te mataré…te mataré…
KUTO: Silencio, basta de riñas. Yo abriré un boquete en la Colmena. Después coman…maten…destruyan…
KOTO: Comeré hasta reventar, las abejas son deliciosas.
KUTO: A la Reina y a las Princesas que nadie les toque. ¿Oyeron?
KITO: ¿Por qué?
KUTO: Porque esos deliciosos bocadillos serán para mí. ¡Ja, ja, ja!
          En ese momento Tina hace las tres señales de luz convenidas.
KOTO: Nos…han…descubierto…
          Por todos lados aparecen  Abejas y Mosquitos lanzados al ataque. Con excepción de Kuto los demás asaltantes retroceden espantados.
KUTO: No huyan, imbéciles. ¡Al ataque!
          Se produce una batalla campal en la que todos luchan hasta que, finalmente, Kato, Keto, Kito, Koto y Kuto, en medio de gritos de dolor y retorciéndose por las picaduras que han sufrido, caen al suelo, muertos. Breve pausa. Aparece la Reina seguida por el Capitán Lito.
REINA: Abejas Sepultureras, saquen de aquí esta basura y  arrójenla en el bosque.
          Aparecen las Abejas Sepultureras. Toman de las piernas a los vencidos y los arrastran fuera de escena. Los Mosquitos Vengadores  forman fila detrás del Capitán Lito. Las abejas rodean cariñosamente a su madre, la Reina.
REINA: ¡Victoria! ¡Victoria! La Ciudad de la Miel ha sido salvada.
CORO DE ABEJAS: ¡Viva nuestra Reina! ¡Viva nuestra Madre!
CAPITÁN LITO: Saludando marcialmente a la Reina. Felicidades.
REINA: Gracias, gracias, Capitán. Su escuadrón ha luchado valientemente.
CORO DE ABEJAS: ¡Victoria! ¡Victoria!
REINA: Gracias, Rina, por ser fiel en la amistad. Gracias, Tina, por arriesgar tu vida. Las recordaré siempre con amor.
          El Capitán Lito y sus milicianos se retiran. También lo hacen Rina y Tina después de abrazarse cariñosamente con Lina.
REINA: En cuanto a vos, Lina, pronto hablaremos muy seriamente. Ahora, todo el mundo a descansar, que mañana temprano deberán volver al trabajo.
          La Reina se retira. Coca y Cuca miran despreciativamente a Lina mientras salen detrás de la Reina. Las demás abejas vuelven a sus aposentos. Lina es la última en salir, triste y cabizbaja.

ESCENA 10

          Pausa prolongada. Todo está a oscuras y en silencio. Se escucha el canto de un gallo anunciando el alba. La luz del sol va iluminando progresivamente el escenario. Sale la Reina seguida por sus Damas de Compañía. Detrás de ellas las Abejas forman un semicírculo, impacientes por saber lo que ocurrirá.
REINA: Que Lina se presente de inmediato a mi presencia.
COCA: Llamando a los gritos. ¡Lina! ¡Lina!
CUCA: ¿No escuchaste, Perezosa?
LINA: Temblando de miedo. Se aproxima a la Reina y se arrodilla. Aquí estoy, Majestad.
REINA: Como Madre y Reina de esta Colmena anuncio, solemnemente, que haré justicia en presencia de todos. Se aproxima a Lina y le ordena que se ponga de pie. No crean que ser Reina es  un asunto fácil. Tengo sesenta mil hijas honestas y trabajadoras y cuatrocientos hijos, grandulones y zánganos, que jamás trabajan. Debo pensar por cada uno de ustedes y ser justa con todos.
          Lina permanece triste y silenciosa. Cada tanto se seca las lágrimas.
REINA: Anoche he consulado al Espíritu de la Colmena y Él me dicho lo que debo hacer. Pausa. Ayer reprendí a Lina por haberse quedado dormida y la llamé Perezosa. Sin embargo, esta hija mía, la más pequeñita de todas, ha tenido más valor que ninguna de ustedes y arriesgó su vida para salvar a su Familia.
CORO DE ABEJAS: ¡Viva nuestra Reina! ¡Viva nuestra Madre!
REINA: A partir de este momento ordeno que Lina sea llamada por todos Abeja Valerosa.
COCA: ¿Qué?
CUCA: ¡No puede ser!
REINA: En cuanto a ustedes, Coca y Cuca, han sido muy malas consejeras. A partir de hoy serán recolectoras y más les valdrá que sean buenas obreras.
COCA: Pero, Señora…
CUCA: Nosotras somos…
REINA: Silencio ambas. A trabajar y mucho cuidado porque las  estaré vigilando.
          Salen Coca y Cuca, avergonzadas, rumbo al trabajo.
REINA: Ahora tengo el placer de presentarles a mi nueva Dama de Compañía: Lina.
CORO DE ABEJAS: ¡Hurra! ¡Viva Lina! ¡Viva nuestra querida Madre!
          Las abejas van saliendo a realizar sus tareas cotidianas.
REINA: Dirigiéndose a Lina, con mucho cariño. Te invito a tomar el desayuno.
LINA: Llena de alegría. Con mucho gusto, Majestad.
REINA: He ordenado que nos preparen té de menta con bizcochos de miel y Jalea Real. ¿Te gusta?
LINA: Me encanta.
          La Reina  y Lina se dirigen a una mesita donde está servido el desayuno. Se sientan y comienzan a tomar el té mientras cae el telón.


*

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