En el tanka se reúnen al
mismo tiempo la sonoridad del lenguaje, el ritmo, las imágenes captadas en un
instante fugaz, lo insólito y el destello de la originalidad que se fija en la
conciencia del lector a modo de un descubrimiento íntimo, de una meditación zen.
Con la reverencia que merece un arte tan precioso, el autor de este
libro ha intentado recrear su propia visión y comprensión del mundo procurando
agrupar en apenas 31 sílabas un poco más de lo que las palabras pretenden
significar: revelación, sorpresa, sabiduría.
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